Desde que descubrí el yoga a mediados de mis veinte años, este se convirtió en una parte importante de mi mundo. Como muchos yoguis devotos, no era sólo un forma de ejercicio para mí, sino un modo de vida. No sólo daba clases en mi centro Sivananda local, sino que también me ofrecía para cocinar y limpiar allí.

Las enseñanzas Sivananda influyeron en todos los aspectos de mi existencia. Pero entonces, en diciembre de 2019, recibí una notificación en mi teléfono. Era una publicación en mi grupo de Facebook de Sivananda sobre el difunto y venerado fundador del movimiento, Swami Vishnudevananda.

Una mujer llamada Julie Salter había escrito que Vishnudevananda había abusado sexualmente de ella durante tres años en la sede de Sivananda en Canadá. Escribió que cuando finalmente encontró la fuerza -décadas después- para denunciar esta situación a la junta directiva de Sivananda, "las reacciones fueron desde el silencio hasta el intento de silenciarlo".

Ahora he entrevistado a 14 mujeres que alegan haber sufrido abusos a manos de profesores de Sivananda, muchas de las cuales no han hablado de ello con sus familiares y amigos, y mucho menos lo han hecho público.

También he hablado con un antiguo miembro del personal que dice que sus preocupaciones no fueron atendidas por la junta directiva de Sivananda. Mi investigación ha sacado a la luz denuncias de abuso de poder e influencia dentro de la organización a la que una vez tuve tanto aprecio.

Recuerdo vívidamente mi primer día en el ashram Sivananda de Kerala, en el sur de la India, donde me formé como profesora de yoga en 2014. En la pared había una magnífica foto de Swami Vishnudevananda, el difunto fundador de Sivananda y el hombre que Julie llegaría a exponer públicamente.

Sus enseñanzas eran tan poderosas que muchos yoguis renunciaron a todas las conexiones mundanas y dedicaron su vida a la organización. Puedo entender por qué. Yo estaba pasando por un momento muy difícil y Sivananda me proporcionó una paz nueva. Las asanas -o posturas- me dieron fuerza física; los principios de Sivananda sobre el karma, el pensamiento positivo y la meditación alimentaron mi alma. 

En 2015 me casé con un hombre que vivía en Londres. Me intimidaba la idea de mudarme para estar con él allí, hasta que descubrí que había un centro Sivananda en Putney, no muy lejos de nuestro nuevo hogar.

Mi marido bromeaba diciendo que el centro era mi primer amor, no él. Dos meses después del post de Julie Salter en Facebook, dos miembros de la junta directiva de Sivananda volaron desde Europa continental para hablar con el personal de Putney. Esperaba que respondieran a algunas de las muchas preguntas que tenía en mi cabeza. Pero su respuesta fue vaga, y parecían estar a la defensiva durante las preguntas y respuestas que siguieron. 

Sabía que tendría que hablar yo misma con Julie. Originaria de Nueva Zelanda, Julie tenía 20 años y se hallaba de viaje en Israel cuando se cruzó por primera vez con las enseñanzas de Sivananda.

Rápidamente se sumergió en la vida del movimiento y en 1978 se trasladó a su sede en Canadá. Vishnudevananda estaba allí y a Julie le pidieron que se convirtiera en su asistente personal, algo que al principio consideró un privilegio. Pero dice que su horario era brutal. Trabajaba desde las 05:00 hasta casi la medianoche, siete días a la semana, todo ello sin cobrar.

Cuenta que Swami Vishnudevananda se volvió imprevisible, y a menudo le gritaba. "Así que, por supuesto, mis propios límites se fueron debilitando cada vez más", relata. Y entonces los acontecimientos tomaron un giro más oscuro. "Es el riesgo que corres": las mujeres que enfrentan violencia sexual durante las protestas en Colombia Un día, cuando Julie estaba trabajando en la casa de Vishnudevananda, lo encontró acostado escuchando cintas devocionales. Le pidió que se acostara a su lado.

Cuando Julie dijo que no entendía lo que quería, él contestó: "Tantra yoga" (una práctica de yoga que se ha asociado con el sexo espiritual, pero que simplemente significa trabajar hacia la iluminación espiritual a través de la relajación profunda). Sin embargo, Julie explica que Vishnudevananda sólo había hecho referencia a ello en términos teóricos, durante una conferencia. "Dije: 'No lo entiendo', y a pesar de que todo mi cuerpo y mi mente me decían que no, me acosté. Y entonces se produjo el contacto sexual. Y después de eso, estaba abajo otra vez, trabajando, y con una vergüenza total. Y todo lo demás: angustia y sentimiento de culpa".

Julie asegura que durante más de tres años fue obligada a realizar diversos actos sexuales, incluida la penetración.

Sivananda es una forma de yoga clásico que hace hincapié en el bienestar físico y espiritual. Fue fundado por Swami Vishnudevananda en 1959 en Montreal, Canadá, y lleva el nombre de su gurú Swami Sivananda.

Hay casi 60 ashrams y centros Sivananda en 35 países de todo el mundo y casi 50.000 profesores Sivananda formados. En los últimos años se ha acusado a otros gurús del yoga de alto nivel de abusar de su posición, como Bikram Chaudhry, Pattabhi Jois y Bhagwan Rajneesh.

La relación gurú-discípulo, conocida en el yoga como gurú shishya parampara, es un acuerdo tácito por el que el seguidor se somete a los deseos del gurú. Ella ahora considera que los actos de Vishnudevananda fueron una violación, ya que su posición la hacía incapaz de dar su consentimiento dada la "dinámica de poder" en juego.

"Estaba bastante aislada, viviendo al otro lado del mundo, alejada de mi familia y de todo lo que conocía en el pasado. Dependía económicamente de la organización". Luego hablé con dos mujeres que habían respondido en cuestión de minutos a la publicación de Julie en Facebook, alegando que Vishnudevananda también había abusado de ellas.

Pamela me dijo que Vishnudevananda la violó durante un retiro en 1978 en el Castillo de Windsor, en Londres, mientras estaba tumbada en un profundo estado de relajación, conocido en la práctica del yoga como postura del cadáver.

Lucille sostiene que la violó tres veces a mediados de los años 70 en el ashram canadiense. Dice que las dos primeras veces lo justificó ingenuamente como yoga tántrico, pero que la tercera vez le dio dinero y se sintió "como una prostituta".

Vishnudevananda murió en 1993, pero Julie tardó otros seis años en encontrar la fuerza para dejar la organización. Su única esperanza es que, al hablar ahora, pueda evitar que otras mujeres sufran lo mismo que ella. Porque, como yo iba a descubrir, puede que Vishnudevanada haya muerto, pero el abuso de los devotos de Sivananda no murió con él.

El post de Julie en Facebook había abierto una compuerta. Desde entonces he hablado con 11 mujeres que han hecho graves acusaciones contra otros dos profesores de Sivananda, uno de los cuales la BBC cree que sigue activo en la organización.

Entre las impactantes acusaciones se encuentra el relato de Marie (no es su nombre real), que dice haber sido manipulada por un profesor -que no podemos nombrar por razones legales- durante varios años. Sostiene que se sintió muy confundida cuando su relación se volvió sexual, pero que no tuvo más remedio que asumirla.

Después de más de un año sin ningún contacto sexual con él, recuerda una ocasión en la que entró en su habitación sin ser invitado. En silencio, se puso encima de ella, la penetró, eyaculó y se marchó sin decir una palabra.

Otras cinco mujeres me han contado que este mismo hombre abusó sexualmente de ellas. No se conocen entre sí, pero todas sus historias siguen un patrón similar de captación y agresión.

Catherine (nombre ficticio), tenía sólo 12 años y asistía a un campamento infantil Sivananda en Canadá en los años 80 cuando, según su versión, el profesor se interesó por primera vez en ella desde el punto de vista sexual. Dice que el hombre la masajeaba y le tocaba el trasero.

Cuando tenía 15 años, empezó a tocarla de forma más explícita, agarrándola entre las piernas y tocando sus pechos. Cuenta que la última vez que la agredió tenía 17 años. Estaba durmiendo la siesta y al despertarse lo encontró encima de ella. Ese mismo día abandonó la organización.

Otra denunciante relata que fue agredida por el mismo hombre recientemente, en 2019. Nos pusimos en contacto con este hombre y le ofrecimos la oportunidad de responder, pero no ha abordado las acusaciones que le hemos planteado. La BBC entiende que sigue participando activamente en Sivananda en la India, aunque la organización lo niega.