Autora de ‘Ese infierno’, la periodista y sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada, Miriam Lewin, manifestó su deseo de que continúen los juicios por delitos de lesa humanidad que involucraban a Emilio Massera, recientemente fallecido.

“Estoy reaccionando frente a esta muerte inesperada. Hace unas semanas yo había estado declarando en Roma por el juicio que se le sigue a Massera. En ese tribunal el ex represor había sido declarado incompetente, inhábil, mientras que un psiquiatra italiano, tiempo después, abrió la causa por evaluar la condición de salud del dictador como ‘fingida’”, relató.

“Me hubiera gustado que ese juicio tuviera un final con una condena porque allí se juzga la desaparición y muerte, por ejemplo, de la mamá de Juan Carlos Dante Gullo, cuya única responsabilidad era tener hijos militantes. Es una demostración del ensañamiento y crueldad que sufrieron muchas familias argentinas”, lamentó.

“Estos hombres que decían luchar por los valores de la sociedad occidental y cristiana cometieron crímenes aberrantes: se apropiaron de bebés y de bienes, de propiedades. Son secuestradores, asesinos y también ladrones”, dijo Lewin.

“Este hombre zanjaba hasta sus problemas amorosos con desapariciones”, advirtió la periodista e LaVuelta.

Lewin recordó el asesinato del embajador radical Héctor Hidalgo Solá, canciller de la dictadura en Venezuela, que fue secuestrado cuando visitó el país para el casamiento de su hija “por el sólo hecho de ser un posible antagonista y obstáculo de los proyectos políticos de Massera, que quería ser electo por el pueblo y ser el heredero de Perón”.

“Él decía que dentro de la ESMA había un centro de recuperación; esto no era así, precisamente”, sostuvo.

“El Almirante Massera llegó a hablar con sus detenidos para decirnos que, circunstancialmente, estábamos en bandos opuestos pero que él esperaba en un futuro poder encontrarse en una mesa de café y charlar en otros términos”, recordó Lewin.

“Mi sensación no es que murió totalmente impune. Más allá del tiempo que haya pasado preso, tuvo una gran condena social, en algún punto esto es reconfortante y tranquilizador”.