Todo aquello que el gobierno quiera modificar, cada una de las cosas que pueden rectificar un rumbo que ha sido castigado por los electores este domingo, deberá pasar por el Congreso, ese lugar del que el gobierno tenía un relativo control, que aspiraba a dominar en su totalidad después de esta elección y que, al contrario, luego de estos resultados, perdería por completo.

Si los números de estas PASO se repitieran en noviembre, el gobierno quedaría con un solo diputado más que Juntos en la Cámara baja y a 13 diputados del quorum propio, es decir,  tendría severos problemas para sancionar normas si no es en acuerdo con la oposición. Es más, quedando Juntos con un solo diputado menos, tal vez sea la oposición la que, mediante algún acuerdo, puede sacar proyectos que el oficialismo no quiera.

Por otro lado, en el mismo escenario pero en el Senado, el oficialismo también ha perdido capacidad de maniobra. De tener quorum propio, pasará a depender de otras fuerzas para poder sesionar, y Juntos tiene apenas 4 senadores menos, en la Cámara alta también podrían generarse acuerdos para forzar leyes contrarias a la idea del gobierno.

En definitiva, el oficialismo no ha solo ha sufrido un golpe político de proporciones inusitadas, sino que además, enfrentaría una segunda mitad de mandato (si no mejora en la elección de noviembre) sin Congreso, en pandemia, con alta inflación, con alta pobreza, marginalidad e indigencia, con los movimientos sociales en alerta, con acuerdos con los acreedores externos pendientes e indispensables. La situación es delicada.