“Desde el principio consideré una señal que el tribunal respetaran los argumentos de las cámaras”, señaló la periodista Miriam Lewin, al destacar “la igualdad ante la ley”.

Lewin fue quien denunció al sacerdote. Para ella, Grassi permaneció libre, a pesar de la condena porque “tiene poder, maneja información y tuvo mucho dinero, de él o de empresarios amigos para pagar los mejores abogados”.