Magadalena Ruiz Guiñazú, además de de una extraordinaria periodista de esta casa, fue una persona sustancial en el proceso de recuperación democrática, alguien de ese grupo de personas, que tuvo coraje, cuando había que tener coraje.

Fue la única periodista que integró la CONADEP, que elaboró el informe que fue la guía que siguió la fiscalía en el juicio a las Juntas y terminó con la condena de los genocidas.

Cuesta, a casi 40 años de democracia, entender el momento. Hagamos un esfuerzo. Para cuando Magdalena y la CONADEP hicieron su trabajo, los usuarpadores se habían ido hacía unos pocos meses. Los períodos democráticos en Argentina no duraban mas de dos o tres años y a continuación, llegaba otro período dictatorial, mas salvaje que el anterior.

Desde el derrocamiento del General Juan Perón en 1955, en adelante, esa era la historia Argentina. 

El contexto no ayudaba, el país era una isla entre países limítrofes todavía en dictadura. Chile recuperó la democracia recién en 1989, por ejemplo. Entre todos esos países que nos rodean había funcionado el Plan Cóndor, un sistema de colaboración entre las dictaduras, para facilitar la desaparición de personas.

Había miedo en serio. Una mezcla de fervor democrático y temor fundado. Magdalena y el resto de la CONADEP investigaban a los asesinos y exponían sus atrocidades, mientras estos todavía tenían sus armas en la mano. De hecho dos años después, ponían en jaque a la democracia con los alzamientos carapintadas.

Es importante poner las cosas en contexto. La participación en dicha Comisión fue un acto heroico, una intolerable impertinencia para la época. Magdalena Ruiz Guiñazú fue un estandarte de la recuperación democrática, donde hoy discutimos derechos de tercer y cuarta generación, cuando en aquel momento lo que tenías en juego eran dos básicos: libertad y vida.

No hay duda que las personas como Magdalena, decidieron privilegiar nuestra libertad y nuestra vida, poniendo en riesgo la suya. Más allá de sus virtudes periodísticas, quedará en la historia y en los corazones de quienes valoramos esa gesta, como una heroína un ejemplo de desprendimiento y coraje cívico.

Para los muy jóvenes de entonces, que somos los mas que adultos de hoy, ha sido un ejemplo a seguir, como Ernesto Sábato, como Graciela Fernández Mejide, o como el fiscal Julio Strassera. A mujeres como ella le debemos nuestra libertad y la de nuestros hijos, eternas gracias.