Amado Boudou firmó un convenio en pro del Fondo de Financiamiento para la construcción de viviendas en la cuenca Matanza-Riachuelo.

Serán unas diecisiete mil setecientas viviendas que se distribuirán entre la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal.

Se invertirán tres mil doscientos millones de pesos con un plazo de ejecución de veinticuatro meses.

Por Continental, el publicista Fernando Braga Menéndez valoró que, en un montón de inversiones públicas, se está en una etapa “de concreción de las obras. Son ochocientas mil viviendas construidas en este año”.

En Magdalena Tempranísimo, aclaró que no participará del grupo que apuntala a Amado Boudou como precandidato a jefe de Gobierno porteño.

No obstante, reconoció que toda su vida tuvo “dos pasiones: la publicidad y la política, y este gobierno coincidía con lo que pensaba yo, por eso me puse a defenderlo. Salió del pelotón y no está tan solo como en el comienzo”, valoró.

Y recordó que “se ha logrado en siete años mucho más que en los anteriores cincuenta”.

No obstante, remarcó que, respecto del poderío y la repercusión del periodismo hegemónico ligado a diversas corporaciones, “sigue siendo ínfimo el periodismo pro Gobierno. Nelson Castro, (Alfredo) Leuco, (Ernesto) Tenembaum, (Jorge) Lanata, Magdalena (Ruiz Guiñazú): es una lista feroz. De periodismo independiente nadie, hay intereses siempre”, recordó.

Y recordó que el caso Antonini Wilson fue “una operación de la CIA” con “periodistas adictos a la Embajada de Estados Unidos”, entre ellos varios de los columnistas de los principales periódicos de la Argentina, tal como surgió de uno de los cables de Wikileaks, firmado por el entonces embajador Earl Anthony Jones.

Y lo comparó con que, “en ese mismo momento, Mariano Recalde, de Aerolíneas Argentinas, denunció que había recibido ofertas de coimas a cambio de no apoyar la eliminación de los ticket canasta. Eso pasó un día en los medios”.

Sobre la supuesta intolerancia del Gobierno con cualquier nivel de crítica periodística, Braga Menéndez minimizó que “es fácil para Clarín y el mundo gráfico saber dónde se imprimieron. Pero se benefician haciéndose las víctimas”.