El sacerdote denunció también la existencia de zonas liberadas, llamó la atención por la "falta de conciencia social" frente a este flagelo y dijo que en las villas el consumo es tal que atienden a "la tercera generación de drogadependientes".

Señaló que la preocupación de la Iglesia frente al avance de las drogas y el narcotráfico busca establecer estrategias eficaces y eficientes con amplio consenso social.

El presbítero, del clero diocesano de Avellaneda-Lanús, afirmó que "antes se escuchaba a los chicos decir que iban a buscar la droga por acá o allá, y contaban los kilómetros que hacían. Ahora todos la consiguen a menos de 10 cuadras. La venta está capilarizada".

Denunció la existencia de zonas liberadas, donde "nadie entra" y se deja a la población librada al deseo de los narcotraficantes, según consignó la agencia católica AICA.

"A la gente le cuesta ver este problema. No lo quiere ver, pero cuando menos lo vemos, más dificultoso es", dijo al tiempo que expresó que las drogas ingresaron en los barrios de emergencia hace 30 años.

Manifestó que "todos los espacios de contención que tiene la sociedad están actuando. En lo específico de la drogadicción, creo que tenemos que trabajar más en la concientización. Lo importante es que ahora tomemos conciencia; no podemos hablar después porque
el momento es ahora. No vamos bien y hay que hacer cosas concretas", precisó.

Consideró que "la gran tarea de todos es la prevención y la asistencia, que ya viene para emparchar y sanar las heridas. Pero no podemos convertir a la Argentina en un hospital".