Sergio Massa es el nuevo Superministro que aglutina todas la áreas de poder real del gabinete. ¿A quien podría interesarle el totalmente inútil Ministerio de Justicia, por ejemplo, cuando se maneja la economía, la producción, la AFIP, la energía, la agroindustria, entre otras cosas?

Y ese super poder, es inversamente proporcional al minúsculo espacio que queda para el presidente Alberto Fernández, que ha entregado la gestión a Massa con un solo objetivo: llegar a las elecciones y al cambio de mandato, algo que no estaba en condiciones de conseguir por su cuenta.

Ha habido otros superministros en la historia reciente. Domingo Cavallo lo fue para Carlos Menem. Y lo salvó. El hombre de prominentes patillas recurrió a Cavallo cuando se sumía en la desesperación. El país era presa de hiperinflaciones constantes que nadie podía parar. Probó tres ministros de economía antes que al autor de convertibilidad, y fracasaron todos.

El éxito inicial de su plan, repuso a Menem y lo llevó a conseguir la reelección, recién después de ello, Cavallo se fue del gabinete. Pero había una diferencia con la situación actual. Al riojano le faltaban 4 años y medio de gobierno, tuvo tiempo de recuperarse y capacidad de maniobra política para ello.

La habilidad de conducirse políticamente, es algo que le parece negado a Fernández, y el tiempo, también. Falta muy poco para las elecciones, si la llegada de Massa genera algún tipo de repunte económico, será el nuevo Superministro el único acreedor de ese milagro. No Fernández.

De modo que la "no gestión" del actual presidente ha llegado a su fin y se ha iniciado la "era Massa", con mucho por delante por perder, pero también por ganar: si hace el milagro se convierte en héroe, como "Chiquito" Romero.

Algo le falta a Massa entre sus pedidos como condición para hacerse cargo: la comunicación. La economía no es todo. Si el gobierno sigue haciendo papelones comunicacionales no hay recuperación posible. Cualquier chance se desvanece ante el meme. Cualquier "garganta profunda" mencionada en momento inoportuno, o contradicción ridícula, o mención al origen selvático de los hermanos brasileños, o festichola en Olivos, va a afectar al nuevo responsable de la administración.

Es posible que Massa piense en tomar el control de la comunicación "de hecho", con su reconocida locuacidad y buen alcance con los medios. Pero no estaría de más prevenirse de insensateces que pudiesen perjudicarlo. En definitiva, terminó un ciclo y empezó otro. La estrella de Fernández, terminó de apagarse, en soledad.