El presidente Alberto Fernández ha aprendido en estos años sobre la famosa “soledad del poder”. De hecho, en su caso, también podría llamarse “soledad del no poder”. A lo largo de su mandato ha ido perdiendo a la gran mayoría de los funcionarios de su confianza, el sector con mas votos de la alianza que lo llevó al poder, el kirchnerismo, se opuso a buena parte de su gestión y su capacidad de maniobra se fue achicando.

Se sostuvo, en buena parte, de la mano del Movimiento Evita y Somos Barrios de Pie, dos organizaciones sociales que nuclean muchísima gente, y que crecieron fuertemente en la gestión Fernández, con la delegación de hecho, del manejo de los planes sociales.

Eso le permitió al presidente mantener cierto control de las calles y no tener piquetes todos los días y las 24 horas. Si al Polo Obrero y otras organizaciones de izquierda, se hubiesen sumado estas dos organizaciones, Fernández la hubiese pasado bastante peor.

Bueno, ahora, parece estar a punto de perderlas. De hecho, varios líderes del Movimiento Evita son funcionarios del gobierno y hoy analizan renunciar a sus cargos, por la decisión de la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, de pedirle a la Justicia que le ordene a la AFIP que levante el secreto fiscal, para cruzar los datos de las personas que reciben los planes Potenciar Trabajo, con sus declaraciones de impuestos, dado que parece haber muchos que incluso pagan bienes personales y reciben planes.

Hoy, las organizaciones marchan al Puente Puerredón como primera medida de aviso de la eventual ruptura. El próximo paso, sería la renuncia de hombres como Emilio Pérsico y el “Chino” Navarro a sus cargos en el gobierno. 

Si esto ocurriese, Alberto enfrentaría el fin de año, y todo su último año de gestión, con las calles totalmente copadas por las organizaciones sociales mas populosas y en medio de un extraordinario caos social.