Un abrazo humanitario que unió a Ana Forte, una argentina que estaba en la estación de Budapest ayudando a los refugiados en un clima de xenofobia gubernamental, y un grupo de personas de Pergamino, donde vive una amplia comunidad siriolibanesa, descendientes de los que llegaron con la caída del Imperio Otomano.

De esta unión, cuando ninguno de los protagonistas se conocían, nació la idea. En menos de 10 horas y desde Pergamino, compraron 212 pasajes de tren húngaros, vía Internet, para conseguir que los refugiados varados sin ayuda ni dinero en la estación de Budapest pudieran viajar hasta Austria para seguir a Alemania. El único país que abrió los brazos inicialmente a 800.000 refugiados, aunque después, desbordado, cerró las fronteras. Dos tarjetas de crédito de Fernando Yarroche, un abogado de Pergamino con abuelos sirios y libaneses, sus familiares, amigos del club Sirio Libanés y más pergaminenses sin orígenes árabes se sumaron a este acto solidario. Hablamos con él