Un cambio en la ley de Nueva York hizo posible que se presentaran más de 9.000 denuncias de abuso infantil, incluidos los casos contra el príncipe Andrew, Bob Dylan y sacerdotes católicos de alto perfil, previamente bloqueadas por el estatuto de limitaciones del estado, el que establece las pautas estrictas con respecto a cuánto tiempo tienen las víctimas para entablar una demanda.

Marci Hamilton, directora ejecutiva de Child USA, una organización sin fines de lucro que trabaja para acabar con el abuso infantil, dijo que las cerca de 10.000 demandas representan solo una porción "muy pequeña" de lo que se cree que es la verdadera escala de abuso en el estado.

Los datos indican que aproximadamente una de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños serán abusados ​​sexualmente en Estados Unidos. Y "eso es entre el 15 y el 20% de la población", señaló Hamilton.

Varios estudios han concluido que alrededor de un tercio de las víctimas de abuso sexual infantil hablarán sobre lo que experimentaron antes de la edad adulta.

La mujer que acusa al príncipe Andrés de abusar de ella cuando era menor presenta una demanda en EE.UU.
Pero otro tercio lo hace mucho más tarde en la vida: la edad promedio en EE.UU. es de 52 años. El resto no revela nada.

El miedo —a las represalias, a que no se les crea— es fundamental, al igual que la vergüenza, ya que algunas víctimas están preocupadas de haber provocado el abuso sobre sí mismas.

También hay confusión.

Es posible que los niños no reconozcan de inmediato lo que les sucedió, a menudo a manos de un adulto de confianza, como abuso o violación.

Tom Andriola tenía 25 años, estaba parado al borde del cañón Bryce, en Utah, en el oeste de Estados Unidos, y el impulso de saltar seguía cruzándose por su mente.

Habían pasado 14 años desde que su hermano mayor adoptivo abusó sexualmente de él, pero el recuerdo aún estaba vivo, cuenta la BBC.

"Realmente pensé que si hablaba sobre esto, él vendría y me mataría", recuerda Andriola.

Unas semanas antes, ese mismo hermano los había ido a visitar y se había quedado con ellos un día más de los previsto.

Algo durante ese viaje desencadenó recuerdos del abuso, lo que hizo que Andriola se sintiera ansioso e impaciente porque su hermano se fuera.

Pero incluso después de Utah, pasaron años sin que se lo contara a nadie más.

Como el abuso había ocurrido hacía tanto tiempo, el hermano nunca tuvo que rendir cuentas. Y es que para cuando Andriola estuvo listo para revelar públicamente su historia, el estatuto de limitaciones para entablar una demanda en el estado de Nueva York, donde tuvo lugar el abuso, había expirado.

Por ello, además, aunque su hermano fue finalmente condenado por abusar sexualmente de otro niño, a Andriola no se le permitió testificar en su juicio.

"Nunca recibí un reconocimiento ni una disculpa. Lo único que obtuve fue que lo atraparon con otra persona", dijo.