Muchos negaban su existencia. Pero existían. Los comandos Sara Khitta o comandos rojos son fuerzas especiales de elite y con armamento de última generación. Utilizan tácticas similares a las de las fuerzas especiales de los ejércitos mas avanzados del mundo y fueron los que posibilitaron el avance arrollador de las fuerzas talibanas en los últimos días, que terminaron con la toma de Kabul, solo 3 días después, de que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, calculara que tardarían 3 meses en llegar a la capital.

Sara Khitta, esta formado por alrededor de 1.000 combatientes, equipados con ametralladoras pesadas y rifles de asalto M-4 norteamericanos de última generación, llevan uniformes camuflados, chalecos tácticos, cascos de kevlar, tienen visores nocturnos, lo que les permitió incrementar sus ataques en horarios inusuales y se les ha visto portar cohetes estadounidenses de 82 milímetros.

Se desplazan en rodados todo terreno con lanza cohetes montados en sus cajas y metrallas antiaéreas, muchas veces acompañados de Humvee blindados, que los americanos habían provisto al ejército regular afgano.

Se nutren de armamento en el mercado negro en Pakistán o fueron arrebatados a americanos o al ejército regular en batalla. También se surten de material bélico con la propia corrupción afgana: altos oficiales, mandos medios y tropa del Ejército Nacional Afgano, venden equipamiento a los talibanes.

Sara Khitta suele apoyar los movimientos de las unidades de mayor envergadura, como suelen hacerlo las tropas de élite de la mayoría de los ejércitos modernos y cuentan con francotiradores. Cuando cumplen su misión, dejar actuar a las fuerzas regulares y se despliegan hacia una nueva operación, habitualmente asegurando el tránsito de la unidad.

Este tipo de movimientos permitió a los talibanes en estos dos últimos meses realizar ataques contra varios objetivos diferentes en una sola noche, lo que obligó a las fuerzas del gobierno a ordenar a sus unidades a no abandonar sus bases en auxilio de otras unidades atacadas, incluso encontrándose cerca, para repeler eventuales ataques inesperados en sus propios cuarteles.

Los talibanes ya no son lo que eran. O sí. Siguen siendo guerreros sagrados muyahidines, educados en madrasas en la mas estricta ley islámica y regidos por la sharía, que no temen la muerte porque se consideran ya muertos, pero con tácticas y tecnología de última generación.