Paralizada momentáneamente por el paso del huracán Sandy, la campaña electoral en los Estados Unidos intentó revivir en los últimos días antes del 6 de noviembre. Los equipos de los dos candidatos han tratado –como lo vienen haciendo desde comienzos de octubre- de neutralizar los ataques de los rivales y ponderar a su aspirante presidencial.

Esos esfuerzos, y los que más notoriamente se iniciaron luego de cada debate, parecen no haber sido suficientes para romper el empate en el que Romney y Obama encallaron luego del primer encuentro entre ambos, cuando el republicano repuntó en las encuestas y se acercó al candidato demócrata.

Desde entonces -3 de octubre- hubo acusaciones cruzadas por políticas relacionadas al empleo, a la solución de la crisis, los derechos de salud y de las mujeres, China y hasta la continuidad o no del programa televisivo Plaza Sésamo.

Nada permitió despegar a ninguno de los dos candidatos. Más allá de algunas variaciones en el liderazgo de los sondeos de intención de voto, impulsada por chicanas políticas de los dos lados, la tendencia pareja entre ambos se mantuvo hasta hoy.

Paralelamente a los artilugios políticos y a la ayuda que puedan haber recibido de la prensa, de uno y otro lado, Obama y Romney destinaron cuantiosas sumas de dinero –esta es la campaña más cara de la historia con 6.000 millones de dólares-en llevar sus campañas a los siete estados clave: Florida, Ohio, Nevada, Colorado, Virginia, Iowa y New Hampshire; y un sector del electorado en particular: los latinos.

Recién sobre el tramo final, el presidente logró el imaginable apoyo de la comunidad latina –clave en su triunfo de 2008- ya que el sondeo más actual en base a las preferencias de ese electorado demostró una intención del 70% a favor del candidato demócrata.

Pero la disputa por los estados claves no está resuelta aún. Todo indica que Romney ganaría en Florida pese a la paradoja de que el 20% de su población es latina. En Ohio, donde hasta hace 15 días Obama lideraba, la ventaja demócrata varía entre 1 y 6 puntos porcentuales dependiendo de la encuestadora.

Ninguno de esos resultados alcanza para asegurar la victoria. El mandatario que tenía una situación más fácil en relación a esas regiones estratégicas la perdió cuando la brecha con el ex gobernador de Massachusetts se acortó. Hasta antes del empate técnico le bastaba con ganar en Florida, Ohio o Virginia.

Romney pese a su mejor posición debe triunfar sí o sí en esos tres estados.

Según la agencia AP, en 41 estados más el Distrito de Columbia los resultados son bastante previsibles porque cautivamente son demócratas o republicanos. Por ejemplo, Texas y Alabama apoyan a Romney; mientras que California y Nueva York favorecen a Obama.

Con ese escenario, el mandatario conseguiría 237 votos en el Colegio Electoral mientras que su rival tendría 191. Ninguno alcanza así los necesarios para ganar la elección (270 votos).

Los dos estados indecisos que más votos electorales dan son Ohio, con 18, y Florida, con 29 por lo que la batalla podría dirimirse allí. Y quien gané, ganará todos los electores porque el sistema electoral estadounidense funciona con mayoría simple.

Si Obama gana Florida, Romney necesitaría todos los restantes estados indecisos, incluido Ohio. Si Romney triunfa en Florida, pero pierde Ohio, Obama estaría a sólo 15 votos electorales de la victoria.