"El 99% de las respuestas de la infanta (ante el juez) son evasivas: no sé, no me consta, yo confiaba mucho en mi marido", relató uno de los abogados de la acusación, Manuel Delgado, durante el primer receso del interrogatorio que tiene lugar en los juzgados de Palma de Mallorca. "El juez está preguntando con mucha exhaustividad. Busca la verdad dentro de las posibilidades que da el fiscal", añadió el letrado del Frente Cívico, quien vio a la infanta "aparentemente tranquila" y "bien preparada" para afrontar el interrogatorio que tuvo una primera fase de casi tres horas.

La infanta negó toda relación con la gestión del Instituto Nóos, la entidad supuestamente sin fines de lucro creada por Urdangarín y de cuyo órgano directivo ella formaba parte. El Instituto Nóos recibió más de seis millones de euros de los gobiernos balear y valenciano, en manos del Partido Popular (PP), sin que mediara licitación alguna.

También se desvinculó totalmente del funcionamiento de Aizoon, sociedad patrimonial que compartía al 50% con su esposo. Dijo que era él quien se ocupa de su gestión. Entre otros detalles sobre los que fue interrogada, la infanta sostuvo que "desconocía" que Aizoon tuviese personal de servicio contratado que cobrase en negro, como revelaron las investigaciones.

El juez de instrucción José Castro, quien interroga a la infanta, atribuyó a la hija del rey delitos de blanqueo de capitales y evasión fiscal por ser copropietaria de Aizoon, sociedad utilizada para desviar parte de los fondos públicos apropiados indebidamente por el Instituto Nóos, la fundación deportiva de Urdangarín y su ex socio Diego Torres, cuyas actividades están bajo investigación. Según el juez, la hija del rey y su marido cargaron a Aizoon gastos personales para apropiarse de los beneficios de la sociedad que no fueron declarados al fisco. Los delitos de blanqueo y evasión que se le imputan están penados con hasta 6 y 5 años de prisión, respectivamente.

Cristina de Borbón, de 48 años, tenía hoy una cita histórica con la justicia al ser la primera integrante de la monarquía española que declara imputada por corrupción. La infanta arribó poco antes de las 10 hora local (6 de Agentina) en un coche y bajó la rampa de entrada al edificio en el vehículo, donde la esperaba uno de sus abogados y cientos de periodistas. Evitó así un largo "paseíto" frente a los flashes.

La hija menor del rey, vestida con pantalón y chaqueta en tonos azules, saludó sonriente, dijo que estaba "bien" y posteriormente desapareció detrás de la puerta del edificio de los juzgados, donde debería afrontar un largo interrogatorio. El juez Castro, enfrentado a la fiscalía, marcó un antes y un después en la democracia española al llevar por primera vez a los tribunales a un integrante del núcleo central de la familia real española.

Cientos de manifestantes antimonárquicos se acercaron a los tribunales de Palma para repudiar a la infanta Cristina, pero un perímetro de seguridad dispuesto a más de 200 metros de la entrada del edificio impidió que entraran en contacto con ella y ni siquiera pudieron ver la llegada de la hija del rey. A pesar de ello, en las inmediaciones de los juzgados se escucharon abucheos y silbidos contra la hija del rey.

El caso de corrupción Nóos se ha convertido en una verdadera pesadilla y amenaza para el rey Juan Carlos de Borbón, por lo que la imagen que menos quiere ver la monarquía -y la más buscada por la prensa- es la de la infanta sentada en el banquillo de los acusados respondiendo al juez.  De hecho, la imagen no se verá porque el juez no autorizó grabar la declaración en video y sólo se registrará en audio. Pero la infanta afronta el crucial interrogatorio del juez Castro sentada de cara a una foto de su padre, que preside la sala de audiencias.