El miércoles, las fuerzas israelíes rodeaban la principal ciudad del sur de la Franja de Gaza, Khan Yunis, en un conflicto con milicianos de Hamás, los enfrentamientos más intensos en dos meses de hostilidades.

El conflicto se ha desplazado hacia el sur después de feroces combates y bombardeos que han afectado el norte de la Franja, obligando a casi 2 millones de palestinos a abandonar sus hogares.

Israel afirma que no puede aceptar la presencia militar de Hamás en Gaza, donde el grupo gobierna desde 2007. El primer ministro Benjamin Netanyahu ha declarado que Israel mantendrá el control de la seguridad en Gaza por tiempo indefinido una vez que Hamás sea erradicado, una postura que no es respaldada por Estados Unidos y gran parte de la comunidad internacional.

En medio de los enfrentamientos, la distribución de ayuda humanitaria se ha visto afectada, limitando el acceso a suministros médicos y combustible en hospitales. La situación se ha agravado por la falta de electricidad desde el inicio de las hostilidades y las restricciones en las importaciones de combustible impuestas por Israel.

Los combates han obligado a miles de personas a huir hacia el sur, mientras que los civiles se ven atrapados en medio de la violencia, con la imposibilidad de encontrar zonas seguras. La ONU y grupos de ayuda internacional han condenado la situación, advirtiendo sobre la falta de opciones para los civiles que buscan refugio.

El conflicto ha generado preocupaciones de una escalada regional, con intercambios de disparos entre el Ejército israelí y el grupo libanés Hezbollah en la frontera entre Israel y Líbano. Además, la violencia se ha intensificado en Cisjordania, con un saldo de muertes tanto de palestinos como de israelíes.

En medio de esta escalada de violencia, la comunidad internacional ha instado a la contención y ha buscado soluciones para proteger a la población civil en la región.