Cuando la líder del Senado, Isabel Allende, hija del derrocado presidente Salvador Allende, coloque hoy la banda presidencial a la socialista Michelle Bachelet, Chile abrirá un ciclo político marcado por fuertes aspiraciones sociales de cambio. La ceremonia de este mediodía en el Salón de Honor del Congreso en Valparaíso, a unos 130 kilómetros de Santiago, dará lugar además a un encuentro continental de alto nivel, con la crisis de Venezuela como trasfondo.

Bachelet quiere un papel más activo de su país en la región y fortalecer el vínculo con los países del Atlántico. Argentina, Brasil y Uruguay serán los primeros destinos de la mandataria en una gira de fines de marzo o principios de abril, consignó por Continental Leonardo Honores, periodista de ADN Chile.

El segundo gobierno de cuatro años de la socialista Bachelet, una médica de 62 años, hija de un general muerto por las torturas que recibió tras el golpe de 1973, arranca también con muy altas expectativas en el plano interno. Ya para el sábado 22 de marzo se anunció “la marcha de todas las marchas”, convocada por 13 organizaciones sociales y de trabajadores con distintas demandas históricas, desde el derecho al aborto hasta el rechazo a la construcción de una termoeléctrica en el alto Maipo, cerca de Santiago.

El movimiento estudiantil, protagonista de las gigantescas protestas de 2011, en un principio se muestra dispuesto al diálogo con el nuevo gobierno, que nombró a varios ex dirigentes universitarios como asesores en el Ministerio de Educación. “No vamos a marchar por marchar”, explicaba ayer la presidenta del centro de estudiantes de la Universidad Católica, Nashla Aburman, al tiempo que denunciaba “las ambigüedades” del programa de Bachelet.

La mandataria (que ya gobernó Chile entre 2006 y 2010 con fuertes protestas estudiantiles) prometió lanzar 50 medidas en los primeros cien días de gobierno. Entre ellas se incluye la reforma educativa para lograr la gratuidad universal en un plazo de seis años y una reforma tributaria que sube el impuesto a la renta para financiar los cambios.

Su coalición, Nueva Mayoría, que incluye a varios partidos de centroizquierda, a la Democracia Cristiana (juntos, la ex Concertación) y al Partido Comunista, cuenta con mayoría en ambas cámaras legislativas para aprobar dichas reformas. Pero el equilibrio de esta alianza podría ser frágil. La primera prueba será la presencia en Chile, aún no confirmada, del presidente venezolano Nicolás Maduro, quien busca apoyo en medio de la crisis que vive su país. El mandatario tenía previsto llegar ayer a Santiago, pero luego se postergó su arribo para esta madrugada. El domingo, una chilena chavista recibió un disparo en la cabeza y murió en la ciudad venezolana de Mérida cuando limpiaba una barricada.

Estarán en el nuevo Congreso chileno, además, cuatro ex dirigentes estudiantiles: Gabriel Boric (independiente), Giorgio Jackson (Revolución Democrática), Camila Vallejo y Karol Cariola (ambas del PC). Los cuatro apoyaron el rechazo estudiantil a Claudia Peirano, que en febrero debió renunciar antes de asumir la subsecretaría de Educación por haberse opuesto a la educación superior gratuita. Otros tres funcionarios tuvieron que bajarse antes de llegar al gabinete de Bachelet, presionados por las altas expectativas de grupos de derechos humanos o de la ciudadanía en general.

Por otra parte, el presidente saliente, Sebastián Piñera, se despidió ayer de la guardia del Palacio de la Moneda con un sugestivo “hasta pronto”. Nos vamos “con la alegría del deber cumplido”, dijo Piñera el domingo en cadena nacional voluntaria. “Hoy Chile crece, crea empleo, mejora los salarios, reduce la pobreza y las desigualdades”, destacó, asegurando que deja “un mejor país”. Por la noche, encabezó una cena de gala con los mandatarios y funcionarios extranjeros, reseñó Honores en La Mañana.

Más de un 5% de crecimiento económico promedio (con desaceleración de los últimos meses), casi un millón de trabajos creados, una tasa de desocupación en torno al 5,7% y una inflación muy baja marcaron sus cuatro años de gobierno, que termina con un 50 por ciento de aprobación popular.