El pasado lunes, se produjo un ataque aéreo en Damasco atribuido a Israel, que resultó en la destrucción de un edificio adyacente a la embajada iraní en la capital siria. Se informó que el edificio afectado sería el consulado y la residencia del embajador iraní en Siria. Este incidente se suma a una serie de acciones llevadas a cabo por Israel en territorio sirio, incluyendo un bombardeo en Aleppo hace tres días que dejó un saldo de más de 50 muertos.

Medios estatales iraníes y sirios reportaron que al menos ocho personas perdieron la vida en el ataque, entre ellas un destacado comandante de los Guardianes de la Revolución islámica. La Fuerza Quds, brazo de operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución, sufrió la pérdida del general de brigada Mohamad Reza Zahedi.

Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, el ataque con misiles israelíes destruyó el edificio del anexo de la embajada iraní en Damasco, causando la muerte de seis personas. La agencia oficial de noticias siria, SANA, acusó a Israel de haber atacado el consulado iraní en Damasco, provocando "grandes daños en el edificio".

A pesar de los daños materiales, el embajador iraní en Siria, Hossein Akbari, y su familia resultaron ilesos en el ataque. Fuentes de la misión diplomática confirmaron que no sufrieron daños, según informó la agencia de noticias iraní Nour.

Este reciente bombardeo se produjo luego de ataques anteriores en Siria que resultaron en un número significativo de bajas, incluidos soldados sirios y milicianos del grupo Hezbollah, aliado de Irán y enemigo de Israel. Estos eventos han generado tensiones adicionales en la región, en un contexto ya marcado por conflictos en curso.