Horacio Salgán, uno de los más grandes artistas del tango y dueño de una trayectoria brillante como instrumentista, compositor, arreglador y director, cumplirá 95 años el miércoles. Nació el 15 de junio de 1916 en el Abasto porteño; comenzó a estudiar piano a los seis años y a los trece ya era el mejor alumno del Conservatorio Municipal.

La pobreza de la familia en el marco de la crisis del 30 lo hizo profesional de la música siendo poco más que un niño en las matinés del cine de su barrio, en bailes, casamientos y hasta en iglesias, como organista.

Si Gardel, Cobián y De Caro le dieron, desde finales de los años 20, su fisonomía definitiva al tango, Salgán formó parte de la extraordinaria camada de compositores y arregladores tangueros (quizá la más brillante de la historia de la música argentina) que en los 30 y en los 40 dieron vida a las grandes orquestas, con nombres como Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Juan D'Arienzo o Alfredo De Angelis, entre otros. En ese marco, la finura en los arreglos y las orquestaciones técnicamente perfectas lo colocaron como quizá el más erudito y vanguardista de su generación.

Por su orquesta pasaron la mayor parte de los grandes cantantes del género, como Roberto Goyeneche y Edmundo Rivero. Aunque pareció alejarse de la actividad en 2003 y dejó a su hijo César al mando del legendario Quinteto Real, cada tanto retoma las actuaciones en público. "No tengo ya nada que pedirle a la vida. Mientras pueda yo voy a seguir tocando", expresó en octubre pasado durante los festejos del medio siglo de vida del Quinteto.