Mientras Mario y Michael Andretti siguen aprontándose para entrar a la F1 tan pronto como 2024, el mundo tradicional de la F1 (Europa Occidental, básicamente) sigue tejiendo una telaraña liliputiense para impedir que este Gulliver los deje en ridículo. Mientras se ningunea una inversión de casi mil millones de euros diciendo que “no le aporta nada” a la F1 (pero parece que el también estadounidense Haas, corriendo sin poner un peso en mejorar el auto jamás, sí) para negarles la entrada como undécimo equipo de la máxima, algunos equipos no saben cómo desprenderse de algunos activos que a esta altura ya son un lastre, pero saben que no quieren entregárselos a un competidor que pueda ponerlos en ridículo en el mediano plazo.