Este fin de semana, la F1 correrá por primera vez en Jeddah, Arabia Saudita, en el marco del Mundial más apasionante desde, por lo menos, 2012. Estará acompañado por la FIA F2, que disputará en las últimas dos fechas de la F2 sus últimas dos fechas triples (una cuarta parte del total de carreras del año).

El verdadero nivel de los pilotos ha sido difuminado por una forma de disputa pensada para ahorrar costos en el marco de la pandemia (pasaron de 12 o 13 fechas dobles a 8 fechas triples, con dos de las tres carreras de cada fin de semana usando 'parrillas invertidas'). Las parrillas invertidas (lo vimos en Brasil con Hamilton) generan espectáculos atractivos, pero en categorías formativas causan demasiados incidentes que deforman la tabla, permitiéndoles a los pilotos chambones pero con buen apoyo económico (como Vips o Daruvala este año) a posiciones expectantes.

Aún en este contexto, se ha destacado el joven australiano Oscar Piastri, que viene liquidando todos los campeonatos de la Pirámide FIA en un año: F4, Fórmula 'Regional' (en realidad F3, torneos que no pueden usar ese nombre por cuestiones de derechos) y FIA F3 (que en realidad se disputa, desde la GP3 2013, con coches de 'Fórmula 2 Light', es decir con autos de una relación peso potencia que ha lindado entre 1,575 kg/hp y los 1,8 actuales). El australiano apoyado por su compatriota Mark Webber, que será reserva de Alpine en 2022, tiene 178 puntos, contra los 142 que ha acumulado en seis fechas el chino Guanyu Zhou.

Zhou es un piloto que jamás destacó demasiado. Siempre le costó al menos dos (y en la mayoría de los casos tres) temporadas para convertirse en un piloto con actuaciones expectantes en cada escalón de la Pirámide FIA. Pero viene apoyado por una parvada de yuanes, y el año próximo será compañero de equipo de Valtteri Bottas en Alfa Romeo F1. Jamás llegará a ser un notable de la máxima, pero el suyo es un paso fundamental en el camino hacia tener habitualmente pilotos chinos en la F1 y conquistar el mayor mercado del mundo, hasta ahora bastante indiferente a nivel masivo respecto del Mundial de Automovilismo.

Les siguen con chances de obtener el título los veteranos Robert Shwartzman (ruso de Ferrari, ex rival artero de Lando Norris y de nuestro Sacha Fenestraz en la vieja Fórmula Renault Eurocup), que tuvo un muy buen 2020, pero este año se perdió un poco en el galimatías que genera el abstruso sistema de disputa de la F2 este año (que se abandonará el año próximo, pese a sus beneficios económicos). Es mucho mejor piloto que el infame Nikita Mazepin (de Haas F1), pero no tiene la velocidad del mejor Daniil Kvyat, ni el talento de Ártem Márkelov, el mejor corredor de carreras rusos que yo vi.

Tampoco es un gran prospecto para la F1 el cuarto del campeonato, el británico Dan Ticktum (129 puntos). Con gran velocidad pero convencido de que cuando él intenta pasar sus rivales tienen la obligación de tirarse al pasto para que él gane la posición, indisciplinado, maleducado y agresivo con los comisarios (con la anuencia de la FIA, que respeta demasiado a los pilotos que vienen con billetes frescos), y echado de varias academias de jóvenes pilotos.

El quinto del campeonato, Théo Pourchaire, es el otro piloto con un potencial para ser un grande de la F1. Acaso el piloto más deslumbrante salido de Francia desde, por lo menos, Jean Alesi (sin quitarles méritos a Ocon y Gasly), se convirtió en el ganador más joven de la historia de la F2 en cualquiera de sus nominaciones, superando en ese ítem el viejo récord de un tal Fernando Alonso. Hubiera sido contraproducente subirlo en 2022 a la F1. Como el Tsunoda de 2021 (y salvando las distancias), necesita un año más de 'cocción' en la categoría de plata de la máxima para no protagonizar las gaffes innumerables del japonés este año. Tiene sólo 18 años (la edad mínima para adquirir la Superlicencia). En 2022, correrá en la F2 y arrasará nivel Leclerc.

En este contexto, Pirelli llevará a las últimas dos fechas de la F2 sus compuestos Medios (amarillos) y Superblandos (púrpuras, según la vieja y caótica nominación de Pirelli para la F2), una elección arriesgada debido a que, a prácticamente horas de disputarse el Gran Premio, el circuito de Jeddah no está acabado y se ignora completamente la abrasividad que tendrá en asfalto. En F1, la casa italiana se curó en salud llevando su serie más dura de neumáticos (1, 2 y 3), pero en la F2 apuesta por la variedad estratégica; pero 120 km más una vuelta con el Medio en las carreras 'sprint' pueden ser demasiado estrés en un circuito tan rápido. Otra addenda: la Carrera 1 se disputará de día, pero las otras dos se correrán en el anochecer árabe, con lo que las temperaturas de ambiente y pista cambiarán drásticamente.