Se jugó un partido de fútbol sí y el campeón de América desfiló, pero ante la fiesta que se vivió en todo sentido en el Monumental, queda casi en un segundo plano. Más de 20 mil personas volvieron a pisar una cancha de fútbol, a emocionarse con sus ídolos a unos pocos metros, con los sonidos, las sensaciones colectivas y todo aquello que genera ver un partido de alto nivel de tan cerca.

Como si eso fuera poco, el público argentino pudo recibir con los brazos totalmente abiertos a un equipo campeón, tras 28 años. Volver, pero no con la frente marchita, sino más alta que nunca. Argentina derrotó 3 a 0 Bolivia con tres goles de Lionel Andrés Messi y sigue bien arriba en la tabla clasificatoria para el Mundial de Catar 2022.

De entrada el conjunto nacional mostró la diferencia de jerarquía. Se adueñó de la pelota y la manejó con paciencia, sin caer en embestidas inconvenientes. Poco pudo generar Bolivia, más allá de que en los duelos aéreos casi siempre que Marcelo Moreno Martins intentó peinar, recibió una infracción.

A los 13 minutos, Messi dibujó su primera obra de arte, la más linda. Tras un gran quite de Leandro Paredes en ataque, eliminó a un rival con un caño delicioso y casi con desprecio, desde afuera del área, abrió el pie y dejó sin chances a Carlos Lampe. Una belleza.

El equipo nacional manejó la pelota, recuperó rápido y ejerció el dominio del juego mediante la posesión. De todas maneras, tuvo cierta imprecisión en algunos pases y controles que impidieron que acciones puntuales tomen ritmo para ser más peligrosas.

Tuvo algunas chances más en la primera mitad, principalmente en los pies de Lautaro Martínez. En la primera, Ángel Di María metió un centro tres dedos geniale desde la derecha y el del Inter convirtió pero estaba un paso en fuera de juego y en la segunda, en un muy buen contraataque, Messi condujo por la derecha lo asistió y lo dejó solo en el medio del área pero el delantero definió afuera. Y después, sobre el final, tras una combinación muy interesante entre Di María y Messi al 10 el remate se le fue un poco ancha contra el segundo palo.

La segunda mitad siguió con la misma tónica: un solo equipo protagonista que reguló cuando ser punzante. Recién a los 19, otra vez a partir de Messi, Argentina estiró la ventaja. Realizó una muy buena pared en el área con Joaquín Correa, que entró muy bien y luego se la llevó hacia adentro y definió de derecha. Tras un desvío, la pelota se metió y el jugador del PSG se transformó en el máximo goleador de selecciones en Sudamérica, por encima de Pelé.

En el tiempo que quedó, con una delantera nueva armada con Joaquín y Ángel Correa, más Nicolás González, el equipo de Lionel Scaloni tuvo bastante más ritmo como para lastimar a una defensa cansada y cada vez más expuesta. Cuando quedaban apenas dos minutos, otra vez el capitán y 10 volvió a ponerle su firma al resultado. Tras una muy buena jugada colectiva por izquierda, Paredes remató de afuera, Lampe dio rebote y Messi no perdonó: sentenció la historia con un remate de gran violencia.

La Selección Argentina se divirtió sin exigirse demasiado ante un rival de menor jerarquía y le brindó al público la posibilidad de disfrutar tanto del partido como del logro reciente. En un clima de inmensa euforia y alegría, el conjunto nacional volvió a confirmar que juega con soltura y alegría, y desde esa base todo parece más fácil. Todo en el marco de una alegría muy necesaria.