El Rojo no da pie con bola. Es un equipo anodino, sin profundidad, sin fútbol, sin bravura siquiera. Y Aldosivi, con muy poco, con su nuevo técnico Martín Palermo, logró salir de una seguidilla nefasta de ocho derrotas consecutivas.

El partido empezó de modo letal para Independiente, porque quiso salir jugando, loable intención si uno tiene "pies" para jugar, sin esa virtud, todo es cuesta arriba. Así que Lucas Romero se equivocó, el Tiburón recupero en tres cuartos y Cauteruccio la mando adento a los tres minutos.

Independiente, desde ahí fue todo impotencia, trató sí, con una torpeza poco tolerable.

El segundo tiempo encima fue cortado, cada vez que un hombre de Aldosivi caía al piso, tardaba varios minutos en levantarse y el árbitro lo toleraba, casi alegre de que el tiempo se consumiese sin que nada pase. 

Ya en el descuento el pibe Pozzo estrelló un tiro en el palo y Togni quedó bien parado para definir pero se tropezó y cayó de cara. Después de un comienzo auspicioso del torneo, Independiente volvió a su pobre realidad, en cuanto un par de titulares bajan su nivel el equipo se desmorona porque no tiene plantel, no hay recambio, no hay una solución a nada en banco y tampoco en la cancha.