Hoy se cumplen 45 años de la muerte del Che Guevara.

Hace tiempo que la leyenda y el mito lo tutean. Nadie le dice de usted al Che. Es un icono universal que hoy representa muchas cosas. Su histórica fotografía es la imagen mas reproducida del mundo. Hay infinidad de Che Guevaras que andan por ahí como fantasmas a 45 años de su paso a la eternidad. Igual que Evita, murió muy joven, a los 39 años y además volvió y fue millones. Hay un Che para cada ser humano. Para que cada uno elija el que mas le guste, a imagen y semejanza.

• Hay un Che poético. El de Humberto Constantini por ejemplo. ¿Se acuerda como terminaban aquellos versos? “A lo mejor está en la pampa y es graznido/ A lo mejor está en la calle y es el viento/ A lo mejor es una fiebre que no cura/ A lo mejor es rebelión y está viniendo.

• Hay un Che del dogma ideológico. Un hasta siempre comandante que dice que mientras exista la injusticia, mientras exista la utopía, existirá el Che. Es el Che de la épica, donde el sol de su bravura le puso cerco a la muerte. El que jugaba a ser republicano en los mapas de España cuando era un chico, el que se hizo reformista al lado de Gustavo Roca en la Córdoba explosiva, el anticlerical como su padre.

• Hay un Che combatiente. Cuando todo Santa Clara se despierta para verte. Un Che del foco, la guerrilla y la insurrección. El que iba matando canallas con su cañón de futuro, como dice Silvio en su copla. Ese Che fue parido por Cuba y por Fidel y se hizo medio argentino y medio boliviano.

• Hay un Che romántico. De la aventura que heredó de su afiebrado bisabuelo que viajó a Estados Unidos a buscar oro. El del desafío permanente que conoció con Emilio Salgari, Julio Verne, el que disfrutó los poetas malditos como Baudelaire del que aprendió que solo viajando se fortalece el corazón y que en algún lugar del mundo se puede encontrar aire puro para los pulmones por más asmático y médico que uno sea.

• Hay un Che erótico. ¿Por qué no decirlo? Con su porte seductor multiplicado, armado con una sonrisa inigualable, gardeliana y una mirada que aún hoy hace mojar la fantasía a más de una. Un Che capaz de escribirle a Chichina Ferreyra un piropo como este: “Para unos ojos verdes cuya paradójica luz me anuncia el peligro de adormecerme en ellos.”

• Hay un Che de la ternura. El mismo aconsejaba que no había que perderla jamás. El Che que dijo de Hildita, su hija, que era el pétalo mas profundo del amor. Ese Che de la ternura que en la carta a su admirada madre le confesó que dependía mas del inhalador que del fusil. Es ese Che que cuidó a su abuelita hasta la muerte.

• Hay un Che del marketing. Por supuesto. Es el que reemplazó a Washington en los dólares, el que habita las remeras y colgantes, el que es puro aerosol negro borroneado sin martillo y sin hoz. El que intenta mostrar cartón pintado, sin corazón rojo. Ese Che navega por internet, aparece tatuado en los muslos de las modelos, come pochocho en Disneylandia y no fuma habanos de verdad.

• Pero también hay un Che de todos. Aún de los que no lo quieren. O de los que condenamos todo tipo de violencia y crimen político. Es el que está colgado en los alambrados de las canchas, saludando a los pibes en los recitales. El Che de la mística que flamea en los piquetes y las asambleas y que se hace panfleto entre los pizarrones. El Che de la insobornable rebeldía, el que se juega la vida por lo que piensa. El que sueña. El que es capaz de dejar la comodidad del funcionario para empezar todo de nuevo. El que anda por todos los rincones del mundo despertando conciencias y proclamas. Ese es el Che de todos en este tiempo. La contracara del caretaje que solo sabe de cheques y formularios, como dijo otro argentino, también Ernesto, pero Sábato: “Cuando la sacralidad del hombre significa que cierren los balances, hay que volver a mirar a los valientes como San Martín, Bolívar o el Che”. Y esto lo dijo Sábato, un militante de la paz y la no violencia. Por eso no hay que confundirse. Nadie habla de reivindicar la lucha armada y ni de cambiar las palabras por fusiles.

Dicen que el Che está vivo y de eso no hay dudas. Tan vivo que sobrevivió a la muerte política de dos de sus herramientas, el marxismo y la metralla. Hoy la bandera del Che sigue alta y por eso está mas vivo que hacer 45 años cuando lo ejecutaron. Porque siempre alguien querrá cambiar el mundo y necesitará de su querida presencia, de su entrañable transparencia, de su honradez en estos tiempos de ladrones. Porque siempre habrá un pibe que pronuncie las tres letras mágicas que conmovieron al mundo: Che. O una piba ilusionada con un futuro para todos que le diga, Hasta la victoria siempre, comandante.