Cantamos porque el grito no es bastante/Y no es bastante el llanto ni la bronca/ Cantamos porque creemos en la gente/ y porque venceremos la derrota. Mario Orlando Hamlet Ardí Brenno Benedetti nació un día como hoy hace exactamente 90 años en Tacuarembó. Mario Benedetti tenía el corazón apasionadamente a la izquierda. Su vida fue un combate por la justicia hacia los más pobres. Nunca fue una estrella vanidosa de la literatura. Siempre fue un laburante de las letras. Un artesano de las palabras y los sentimientos. Sabía engarzar los textos y transformarlos en joyas. Fue un orfebre de la poesía sencilla para el pueblo. Por eso su magia se hizo cine, afiche y canciones. Para que todos tuvieran acceso a su talento y no solo los lectores de libros. Su obra cumbre, La Tregua tuvo 150 ediciones y fue traducida a 20 idiomas. Y la película realizada por el gran Sergio Renan y protagonizada por Hector Alterio, Ana María Picchio, Luis Brandoni y Marilina Ross, fue la primera argentina en ser nominada al Oscar.

Mario Benedetti supo elevar su antiimperialismo a mucho más que una denuncia. Con música de Serrat escribió:“ Con sus predicadores/ sus gases que envenenan/su escuela de Chicago/sus dueños de la tierra/con sus trapos de lujo/ y su pobre osamenta/sus defensas gastadas/ sus gastos de defensa/Con su gesta invasora/ el norte es el que ordena.”
Don Mario Benedetti sabía de lo que hablaba porque frecuentó todos los oficios además de la palabra. Puso su grito en un puño para golpear la robotización de las oficinas burocráticas y esa manera de despersonalizar a la que te condenan cuando marcas una tarjeta. La pobreza de su familia lo obligó a trabajar en un taller mecánico a los 14 años.

Pero fue taquígrafo, cajero, vendedor en una inmobiliaria, librero, periodista, traductor, empleado de comercio y del estado y hasta locutor de la televisión francesa. Después integró el olimpo generacional con Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Juan Rulfo, Cortazar y Carlos Fuentes. Era capaz de combatir con la poesía al hombro y decir: “Pero aquí abajo/ cerca de las raíces/es donde la memoria/ningún recuerdo omite/ y hay quienes se desmueren/ y hay quienes se desviven/ y así entre todos logran/ lo que era un imposible/ que todo el mundo sepa/ que el sur/ que el sur también existe”. No solamente puso sus neuronas y su ética al servicio de la revolución en la que creía: también puso el cuerpo. Fue representante ante el Frente Amplio del movimiento 26 de marzo que había fundado. Fue expulsado de su querido paisito cuando la dictadura ensangrentó esa democracia uruguaya tan pura. Tuvo que dejar el legendario semanario “Marcha” y escapar hacia Buenos Aires, donde la triple A lo condenó a muerte. Fue detenido en Perú y finalmente pudo volver a caminar tranquilo por las calles de Cuba y de Fidel.

Fue un soñador eterno de utopías socialistas. Cumplió su sueño de morir en Montevideo. Estaba abrumado por tanta oscuridad después de la muerte de su amada esposa, Luz López Alegre. Fue día de duelo nacional en Uruguay y en todo el territorio de la lengua española. Sus restos fueron velados como corresponde en el Palacio Legislativo donde delibera el pueblo. Los latinoamericanos podrán decir mas que nunca:”Usted preguntará porque cantamos. Cantamos porque llueve sobre el surco/ y somos militantes de la vida/ Y porque no podemos ni queremos/ dejar que la canción se haga ceniza/. Lloramos y cantamos y honramos a Mario Benedetti. Hoy cumpliría 90 años. Extrañamos tanto a Mario. Que en poesía descanse.
Benedetti, Serrat, Uruguay