Ayer, el informativo de radio Continental dio una muy buena noticia. Si usted me permite, yo quiero amplificarla todo lo que pueda. Porque es una muy buena noticia por donde se la mire. La donación de órganos de enero fue un verdadero record. Se hicieron 126 trasplantes y participaron 60 donantes. En lo que va del año ya llevamos 143 trasplantes y el 2011 finalizó con un record histórico de 604 donantes que beneficiaron a 1.376 personas. Eso nos puso en el liderazgo de este tema en la región que es ni más ni menos que sembrar esperanzas de vida.

Es apostar a la máxima solidaridad posible. Un solo donante, escuche bien por favor, un solo donante puede salvar la vida de 7 personas. Es la generosidad solidaria que se multiplica. Es una forma de procreación al alcance del ser humano por ser humano. ¿A cuantos hermanos podemos salvar? ¿Cuántos compatriotas pueden recibir semejante bendición? ¿Se lo preguntó alguna vez? ¿Hay otra forma superior de la entrega y el servicio hacia los demás? Es ser solidario con nuestro propio cuerpo aún después de muerto. Dar hasta que duela como pedía la Madre Teresa. Es como arrebatarle un poco de vida a la muerte, como ganarle algunas batallas.

Muchas veces la gente tira para atrás por desconfianza. La comprendo pero no la justifico. Hemos sufrido tantos engaños y desilusiones desde las instituciones que todo nos despierta sospecha. Pero en el caso de la donación de órganos hay que confiar. Nunca, jamás, se comprobó un solo caso en el que haya ocurrido algo poco claro o reñido con la ética. Hay tanta leyenda urbana producto de la ignorancia que vale la pena repetirlo una y mil veces.

No se registran hechos de corrupción ni de malversación y mucho menos de tráfico vinculado al trasplante de órganos. Esas historias inventadas nos hacen mucho mal como sociedad. A todos, porque todos podemos ser donantes y todos podemos necesitar que nos donen un órgano. Uno nunca sabe su destino. Nunca sabe de qué lado del trasplante puede estar. Es actuar en defensa propia.

A esta hora exactamente hay 6.985 personas en lista de espera. No son números de una planilla. Son hijos, padres, hermanos, novios, amantes, soñadores, tan argentinos como cualquiera de nosotros y esperan en la lista y desesperan en la angustia. La medicina avanza a pasos agigantados y los trasplantes son cada vez mas frecuentes y exitosos en la Argentina pero en este bendito país los donantes no alcanzan. Hemos mejorado pero todavía falta.

Hay que alcanzar a España que hace 19 años nos enseña cual es el camino. Ellos tienen 32 donantes por millón de habitantes. Nosotros estamos en algo menos que la mitad que eso.

Los periodistas, los docentes, los religiosos, los políticos, los artistas, los deportistas y todos los que tenemos un micrófono, una tribuna o un púlpito desde donde difundir informaciones y pensamientos tenemos la responsabilidad social, la obligación moral de incitar a la esperanza, de fomentar la donación, de multiplicar la solidaridad de hacer una propaganda constante de los valores que nos hermanen mas y nos hagan mejores personas y mejores argentinos. No hay otra. Un nuevo país solo tendrá mejores cimientos con mejores ciudadanos. Hubo campañas de todos los colores.
 
Una que decía: escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo y donar un órgano. Hay que iluminar la vida de los donantes con la posibilidad de dar a luz sin ser padre o madre. Dar a luz a otro ser humano sin parir pero dando vida. Suena maravilloso. Es una epopeya que salva la vida de nuestros semejantes. ¿Hay algo superior a eso?

Eso que late en la patria no es otra cosa que nuestro corazón diseminado. Combatiendo a la muerte, honramos la vida. Quién dijo que todo está perdido/ yo vengo a ofrecer mi corazón. La vida te da sorpresas. Y buenas noticias.