Después de haber creado el Estado de bienestar y de haber sido el país europeo más generoso con los migrantes, Suecia se ha sumado a tropa de la intolerancia. Demócratas Suecos, nombre paradójico de un partido de ultraderecha, obtuvo en las legislativas casi cinco puntos más que en 2014 y 10 más que en 2010. Los socialdemócratas del primer ministro Stefan Löfven se consolidaron como primera fuerza en el Riksdag (Parlamento), pero, a tono con sus pares de otras latitudes, cosecharon el peor resultado de su historia y difícilmente puedan formar gobierno.