El torbellino desatado por la dimisión de la primera ministra británica, Theresa May, a raíz de su insolvencia para concretar el Brexit, llevó a muchos a pensar dos veces el voto en las elecciones del Parlamento Europeo. El plan de la ultraderecha era regalarle a Europa un Caballo de Troya, de modo de asaltarla y, una vez dentro, dinamitarla. No prosperó. Excepto la Liga de Matteo Salvini en Italia, con su prédica contra los inmigrantes y las minorías, pocos pudieron cantar victoria. Incluida Marie Le Pen, más allá de su ajustado triunfo en la Francia de los chalecos amarillos frente al presidente Emmanuel Macron.