Hoy la radio cumple años. La radio es esa cultura de la Spica con olorcito a cuero para escuchar los goles de Fioravanti en la oreja. O la Tonomac Platino Siete Mares que fue la primera internet que tenía dial en lugar de mouse y que nos permitía navegar por un mundo que devolvía interferencias y frituras en todos los idiomas.

O ese suave calorcito que largaba la válvula por los parlantes de la radio a capilla de mi abuela. O el walk man clavado en las orejas en pleno supermercado, o el radio despertador que nos acribilla con la temperatura y la sensación térmica, o la que viaja en el auto y es compañía en la ruta, o el MP3 que esconden en el laburo o la radio que está en el living como si fuera la tele o en la cocina como si fuera el microondas o en el baño, ¿Por qué no?, si ahora están esas que tienen espejo y ni siquiera se empañan mientras nos enjabonamos las noticias.

Hoy la radio es cada vez más un ícono en la red de redes que te permite saber en Amsterdam cuales semáforos no funcionan en tu Buenos Aires querido cuando yo te vuelva a ver. La primera vez que traje a mi hijo a la radio, miró medio aburrido para todos lados y con sabiduría infantil me dijo:”Pa, esto no es una radio, esto es un edificio”. ¡Cuanta razón tenía Dieguito en aquella época!

Hay algunos que confunden la radio con el lugar físico en donde funciona, con estas paredes llenas de historia, con estos micrófonos que no perdonan, con esa luz roja que tanto temo y que tanto quiero, con aquella vidriera del operador que nos lanza luces de advertencia o aquella otra vidriera que nos tira papelitos con nombres de personas que hay que entrevistar. Allí revientan los teléfonos, el vértigo y las ideas.

¿Eso es la radio? Algunas sillas, una mesa.. ¿Eso es la radio? De ninguna manera, la radio no es un hecho inmobiliario. ¿Qué es la radio, entonces? La posibilidad de transmitir palabras y música a través de ondas hertzianas, micrófonos, ecualizadores, una consola y computadoras que tiene de todo adentro. O una antena gigantesca que emite lo que otro aparato recibe. ¿Eso es la radio? Digame la verdad? De ninguna manera, la radio no es un hecho electrónico.

Y entonces, ¿Qué es la radio?.¿Por que se habla tanto de ella? ¿Por que algunos presuntos vivos la tratan como una hermanita menor de la tele si tiene 93 años de éxito? Fue la radio la que superó tantos cambios tecnológicos, la que se subió al caballo de los celulares, el twitter, el facebook y dejó en el camino a los demás. La radio utilizó todos los adelantos para ser mejor. Para ser más radio. Igual que la cigarra de María Elena a la radio tantas veces la mataron y a su propio entierro fue y sin embargo esta aquí, resucitando.

Muchas veces la gente que visita la radio sale un poco desilusionada como mi hijo aquella primera vez. Esperan ver decorados, escenografías, noticias viejas, risas nuevas, disfraces, dragones pero no encuentra nada de eso. Solamente unas cuantas personas en el centro de un salón hablandolé con gestos y ademanes a un fierrito que no sabe no contesta. Los que están callados hacen todo en cámara lenta, juegan a dígalo con mímica, se mueven como si estuvieran en la luna y la gravedad no existiera, flotan para no hacer ruido, se desplazan con papeles donde escriben grande los nombres muy famosos o muy desconocidos de los entrevistados.

Esa no es la radio. El edificio, la tecnología y las personas no alcanzan para hacer una radio. Para definir una radio es condicion fundamental haber leído el principito para saber que lo esencial es invisible a los ojos. Es el único lugar donde no hace falta ver para creer.

A esta hora exactamente hay millones de aparatos encendidos buscando una radio, sintonizando un síntoma, un aroma, un arco iris en las ondas. Cuando esos aparatos encuentran esa radio difícilmente se vayan. La consideran un miembro más de su familia. La quieren y la insultan, discuten con ella, la abrazan, piden discos, piden pan, piden pista y opinan de todo, protestan y celebran. Piden un lugar para atajar la realidad. Interactuan como en ningún otro medio. Van y vuelven. Pasan de receptores a emisores. De oyentes a auditores.

Miran la radio conmovidos como quien mira la vida. Cuando uno encuentra una radio sabe perfectamente como dice Fernando que la radio es gratis, en vivo y en directo, va a domicilio, no se suspende por mal tiempo y es atendida por sus propios dueños. Cuando uno encuentra una radio se da cuenta enseguida. Lo siente acá, en el pecho, sabe que una radio es un lugar en el corazón y en el cerebro donde se cruzan la emoción, la imaginación y la solidaridad. Eso es la radio. O por lo menos creo que en esa radio creo.