El acuerdo inicial con el laboratorio estatal ruso que produce la vacuna Sputnik V, tuvo motivos geopolíticos, de eso jamás hubo dudas. De hecho, si se recorren todos los países donde se utiliza la Sputnik, en ninguno de ellos se recurre a la vez a Pfizer, aunque si a cualquier otra del mercado.

Lo mismo ocurre a la inversa, donde hay Pfizer puede haber cualquier otra, pero no hay Sputnik. La guerra entre laboratorios es mas bien parte de la nueva guerra fría entre los Estados Unidos y la Federación Rusa.

Argentina definió su perfil cuando acordó con Sputnik, lo cual queda claro en el correo remitido por Cecilia Nicolini a los responsables del laboratorio, quejándose por el incumplimiento en las entregas y haciéndoles saber que se acordará con laboratorios norteamericanos, como una suerte de presión.

“Hemos hecho todo lo posible para que Sputnik V sea un gran éxito pero nos están dejando muy pocas opciones para seguir luchando por ustedes y por este proyecto”, escribe indignada la asesora presidencial.

En algún párrafo de extenso correo, Nicolini amenaza además con "romper públicamente el contrato firmado” y les hace saber a los rusos que: “Acabamos de emitir un decreto presidencial que nos permite firmar contratos con empresas estadounidenses y recibir donaciones de Estados Unidos. Las propuestas y entregas son para este año y también incluyen la pediatría, que es otra ventaja”.

La difusión del contenido de la misiva podría forzar al gobierno en los próximos días a directamente romper relaciones con Sputnik y el gobierno ruso en materia de provisión de vacunas. Lo que generaría un problema adicional porque podría implicar que los rusos le quiten a Richmond la licencia para producir en el país.