Ricardo Lorenzetti era un abogado muy conocido en Rafaela, Provincia de Santa, peronista él, cuando Néstor Kirchner rearmó la Corte Suprema después de llevarse por delante a la mayoría automática menemista y modificar la cantidad de los miembros del cuerpo. Fue designado en 2004.

En 2007, consiguió el aval de sus colegas para ser electo presidente del Alto Tribunal, cerró alianzas, concentró voluntades, todo en base a su cercanía con el poder político y comenzó un período de control absoluto del cuerpo. Con el tiempo, se fue alejando del kirchnerismo y construyendo un perfil propio, hasta ser repudiado por el cristinismo, especialmente en el período 2011/2015, cuando varios fallos fueron en contra de sus intereses políticos, cuando el presidente de la Corte detectó un fin de ciclo en la presidencia.

Cuando asumió Mauricio Macri, nadie confiaba en Lorenzetti, y especialmente Elisa Carrio, jugaba un partido personal en su contra. El entonces líder de Cambiemos tuvo la oportunidad de designar dos ministros al comienzo de su mandato y entraron Carlos Rosenckrantz y Horacio Rosatti, y todo indicaba que el poder del rafaelino se licuaba.

Pero no fue así. Fuentes cercanas al propio Rosatti, clamaban por falta de cumplimiento de promesas por parte del macrismo. Dicen que se le había prometido la presidencia del Alto Tribunal. El santafesino se enojó, y se terminó aliando, momentánea y circunstancialmente, al propio Lorenzetti. La jugada fue sencilla: le dieron la presidencia a Rosenckrantz pero lo vaciaron de poder. 

Se vio clarito en toda la gestión del ex presidente del PRO. Varios fallos de interés político terminaron 4 a 1, con Rosenckrantz votando solito en disidencia, un presidente sin poder, bajo control de Lorenzetti.

Rosatti supo esperar y atacó hace unos días. Formó una alianza con Juan Carlos Maqueda y le hizo entender a Rosenckrantz que para quitar del medio a Lorenzetti, tenía que ceder la presidencia y había que jugar juntos. Quien fuere presidente de Tribunal hasta hace unos días, entendió y cedió. 

Lorenzetti tenía el voto de Elena Highton de Nolasco, pero ya no alcanzaba, perdía 3 a 2. Se llamó a acuerdo para designar presidente y el rafaelino y su aliada no asistieron, apostando a que Rosatti no se votaría a sí mismo. Se equivocaron. Fueron públicamente críticos con el santafesino, pero era tarde, no había lugar al pataleo. Es difícil llegar a una mayoría en un cuerpo de cinco miembros si uno no se vota a sí mismo.

La derrota golpeó a Highton y le dio la sensación que venía un tiempo sin privilegios y en minoría, por lo que decidió dar un paso al costado y ayer, presentó su renuncia. Como consecuencia, Lorenzetti quedó solo y su etapa de poder absoluto concluyó definitivamente. 

Fueron 14 años en la cima, de control completo de uno de los tres poderes del Estado. Mientras pasaban presidentes, cambiaban las mayorías en el Congreso, un solo hombre tenía la "vaca atada" en la Corte. Pero nada es para siempre.