Parte del reinado de un héroe tiene que ver con un aura de invencibilidad que se plasma, cada tanto, en una enorme dosis de suerte. Digámoslo sin ambages: pocos pilotos más suertudos que Hamilton se han visto en la historia. Ya ni eso le queda a Ham; antes pasaba por encima de las salchichas y su Mercedes era un tanque de guerra; hoy, con un auto que ya era claramente menos que el Red Bull, dañó algo en el auto en su primer stint y llegó arrastrándose a la bandera a cuadros.

El aura de invencibilidad fue heredada, claro, por Max, que en el GP de Austria repitió el desfile del GP de Estiria hace siete días. Mercedes no estuvo jamás ni cerca de apurar a Verstappen, que manejó con la furiosa solidez habitual.

Si en 'Estiria' fue una carrera sobria, con luchas pero sin excesos, era de cajón que en su gemela 'Austria' se iban a dar con todo. De entrada, lo ensangucharon a Ocon en el fondo de la parrilla al llegar a la tercera curva: suspensión rota y Safety Car para el malhadado francés. Cuando se retomó la competencia, enseguida en la Vuelta 4, Ham hizo un intento kamikaze para superar a Checo en la Curva 3, que también enloqueció y se metió a la salida de la Curva 4 en una situación que sólo podía terminar en toque con Norris o salida de pista de Checo; el mexicano pagó con muchas posiciones perdidas su temeridad, y Norris fue injustamente sancionado con 5 segundos de recargo: ni lo tocó ni lo dejó sin pista ni lo arrinconó; el de Red Bull se metió solito en un lugar estrecho, sin tracción y sin pista suficiente.

Ya sin Pérez escoltándolo, el flemático Lando fue el escudero que Max necesitaba: aguantó a los Ferrari, intermes ante la mayor velocidad punta del McLaren de Norris. Mientras tanto, Verstappen se escapaba. Recién en la Vuelta 20 Hamilton superó a Norris. Mientras tanto, Ricciardo armaba el tren del medio con el otro McLaren.

El australiano entró a cambiar neumáticos en la Vuelta 29 y determinó paradas en cadena de los de adelante. Bottas superó a Norris aprovechando la sanción, y un Hamilton ya con el auto herido demoró el ingreso hasta la 32.

En la Vuelta 33, Checo entró por segunda vez para poner duros y atacar a los Mercedes desde atrás. Pero en la Vuelta 41, en el trencito que todavía comandaba la locomotora Ricciardo, no vio aparecer por afuera a Leclerc en la misma Curva 4 que condicionó su carrera: echó afuera al monegasco, y recibió una sanción de 5 segundos (más justa que la recibida por Norris: dejó sin pista a Charles y además hubo toque).

En la Vuelta 48, los de McLaren le dieron a Norris la orden de atacar a Bottas: no encontraron nunca el ritmo los de Toto Wolff. Más o menos en el mismo momento en que Sainz hacía su única parada para poner gomas medias e intentar la remontada. En la Vuelta 52, Checo otra vez dejó sin pista a Leclerc (también por afuera, pero esta vez en la salida de la Curva 5) y recibió otros 5 segundos de sanción: eso lo ponía al alcance de los pilotos del pelotón que quedasen a menos de 10 segundos en el final.

En la Vuelta 53, el inconmensurable Lando superaba a un Ham herido y doliente. Lewis paró de inmediato para poner duros. Mientras tanto, Leclerc acosaba a un correoso Ricciardo que vendía cara la derrota. Cuando Charles dejó pasar a Carlos (que venía como un tifón de atrás con el medio nuevo); el español consumó el sorpasso al australiano en la Vuelta 66 y bordó otro trabajo perfecto: le quedaba terminar a menos de 10 segundos de Pérez para terminar quinto, y también lo logró.

En la vuelta 68, el implacable Alonso dio cuenta de un heroico Russell en la lucha por el décimo puesto. Lo de Russell es como aquello de Senna con Toleman, en el sentido de que está muy por encima de su auto.

La última vuelta entregó el incidente absurdo entre Kimi y Vettel cuando luchaban por posiciones sin puntos (el finlandés, en retirada de la F1 y distraído, enganchó rueda entre las Curvas 4 y 5, y terminaron los dos afuera), y concretó el primer Gran Chelem de Max (pole + victoria + vuelta rápida + 100% de vueltas lideradas en el GP), símbolo de la comodidad de su victoria. Bottas salvó un segundo puesto en el medio de la catástrofe alemana, con el sublime Norris en tercer lugar. Hamilton llegó cuarto con Checo acosándolo (terminó sexto por su sanción, y quinto, como se ha dicho, Sainz); Ricciardo tuvo premio para su rebeldía ante tanta adversidad, y rescató un séptimo puesto, por encima de unos briosos pero impotentes Leclerc y Gasly, y décimo terminó Alonso, otro que tuvo premio consuelo a la penuria de Alpine.

Mientras tanto, Verstappen sigue convirtiéndose en Iron Man y Mercedes es un transatlántico que escora.