Al mismo tiempo que se cantaban los himnos en la previa del partido que debían empezar a jugar a las 21,30 Brasil y Argentina por las eliminatorias para el Mundial 2026, la policía brasileña comenzó a reprimir con ferocidad a hinchas argentinos que estaban en una de las cabeceras del estadio Maracaná. Inmediatamente los jugadores del seleccionado que dirige Lionel Scaloni se acercaron hasta la tribuna para intentar calmar los ánimos, pero como la violencia policial continuaba, Lionel Messi decidió que el plantel se retirara al vestuario para no disputar el encuentro.

Finalmente, luego de que se ofrecieran garantías de seguridad para el público argentino, los jugadores decidieron regresar al campo de juego para comenzar el partido con cerca de media hora de retraso.