La eficiencia de las vacunas contra el Covid 19, es un misterio. Si bien las diversas revistas científicas de primer nivel mundial han otorgado datos positivos sobre los porcentajes de “cobertura” que otorga cada una de las distintas marcas, superando niveles de 90% en cada caso, tales afirmaciones provienen de pruebas de laboratorio e hipótesis científicas, pero en los hechos concretos la cosa podría más complicada.

Chile parece ser un ejemplo. Su plan de vacunación es un éxito mundial, superando a la propia Israel en términos de eficiencia y porcentaje de la población vacunada. En principio, tiene mas de cuatro millones y medio de personas presuntamente inmunizadas por la vacuna, lo que implica que un 30% de la población en condiciones de recibirla, ya vacunada.

Pero a la vez, el Ministerio de Salud reportó 5983 nuevos casos el viernes pasado, la cifra más alta de contagios desde el 19 de junio de 2020 y que ocurrió en el pico de la primera ola. Chile tiene ya 879.485 y 32.707 pacientes se encuentran actualmente cursando Covid 19; sufren la pérdida de vidas de 21.541 personas y fueron el viernes 89 fallecidos más.

En base a esos datos, se ha dictado un nuevo confinamiento estricto y los ciudadanos de Santiago se han tenido que pasar el fin de semana reciente, vacunados pero encerrados.

¿Entonces? ¿Y la vacuna? Las autoridades locales no centran la responsabilidad en el proceso de inoculación ni en la eficiencia de las dosis, sino en los permisos de vacaciones veraniegos, que generar un relajamiento en las medidas de cuidado de la población. Pero las preguntas se multiplican.

La logística de vacunación es un éxito, Chile ha comprado vacunas de laboratorios prestigiosos, o afamados, como Pfizer, y la cosa esta peor que antes. Habrá que esperar un poco más, pero en definitiva, el territorio trasandino parece ser la primer prueba de campo, seria y fuera de un laboratorio, de la eficiencia de las vacunas.