Cuando terminó el mandato de Mauricio Macri, la cosa estaba mas o menos ordenada. El ex presidente era, casi, el candidato natural para el intento de regreso al poder en 2023. En definitiva, fue el primer presidente no peronista en terminar su mandato desde que existe el peronismo, sacó un considerable 41% de los votos en medio de una debacle económica compleja, y la edad todavía no era un obstáculo para regresar en 4 años. Pero todo fue cambiando.

Asentado el resultado electoral que Macri pretendió capitalizar para sí, su imagen se fue deteriorando a medida que la ciudadanía pareció culparlo de la derrota y ocurrió un fenómeno inesperado para el ex titular del Ejecutivo: consolidó la imagen negativa más alta de entre todas las figuras políticas que son medidas por las encuestadoras. Si tomamos todas las encuestas que circularon en los últimos dos meses, Macri esta entre el 55% y el 66% de imagen negativa.

Parece una situación irrecuperable. Y eso abrió la puerta para que múltiples candidatos empezaran a jugar sus cartas. Otra vez, todo indicaba que había un heredero natural: el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Pero apareció la pandemia, la prolongación del confinamiento, las conferencias de prensa con Axel Kicillof y Alberto Fernández, la quita de fondos de coparticipación a la Ciudad por parte de la Nación, las indecisiones para enfrentar al gobierno, y el crecimiento de Larreta, se detuvo, e incluso en los últimos meses, su imagen positiva empezó a perder puntos que se sumaron a su imagen regular. Todavía no es negativa, pero los electores que se inclinan por ese espacio ya dudan, observan, no apoyan a ciegas.

La gente situada en el espacio de oposición mas duro, que es mucha y que se agranda cada vez que el presidente o la vicepresidenta hacen alguna movida irritante, no confían en Larreta para confrontar a los K, quieren alguien más “áspero”. Ahí se filtró Patricia Bullrich, que, desde el lugar de presidenta del PRO, juega el rol, captura adhesiones, construye política, genera golpes de efecto y ordena dirigentes en un nuevo espacio propio, especialmente en provincia de Buenos Aires. Obviamente nada esta dicho, no es que Patricia ya desplazó a Horacio, pero ahora, es competitiva.

Para completar el panorama de “presidenciales PRO”, está asomando la cabeza María Eugenia Vidal, de a poco, pero con toda la ambición del mundo, de acuerdo a su naturaleza. La ex gobernadora bonaerense también perdió la reelección que intentó en su distrito, pero no terminó en tan mal estado como Macri. Tuvo la inteligencia de casi desaparecer por un año y medio, poco se supo de ella.

Al contrario que su ex líder político, Mauricio, que no pudo contenerse en su ambición de verse en los medios y autodesgastarse, Mariu Vidal se guardó, se preservó. La sociedad argentina es desmemoriada y cambiante y a 20 meses de la derrota bonaerense de Vidal, ya casi aparece como una figura novedosa. Lanzó un libro, como todos, pero con poca estridencia, va de a poco, combinando la apuesta por el olvido con una inserción paulatina. Su imagen es razonable, y lo que quiere es ser presidenta, incluso combatiendo contra Horacio y Patricia, va por todo.

Pero acá no paran los aspirantes, porque el radicalismo, componente sustancial de Juntos por el Cambio, también vio el hueco dejado por el desmoronamiento de la imagen de Macri y los avatares que debió enfrentar Larreta. Y desde el partido centenario se erige Martín Lousteau.

El economista tenía una suerte de pacto con Larreta: él lo acompañaría en su aventura presidencial poniendo al radicalismo a su disposición, mientras que el actual Jefe de Gobierno le entregaría a Lousteau la Ciudad, que por primera vez en 16 años, dejaría de ser gobernada por el PRO y pasaría a un radical. Sigue siendo buen negocio y el acuerdo no está caído, pero los radicales ya no ven tan seguro a Larreta, y si pueden hacer que Lousteau se salte un paso y pase directamente a la candidatura presidencial, lo van a intentar. “Guga” no le va a disputar una interna a un Horacio fuerte, en ese caso seguirá adelante con el “pacto” que los une, pero si el Jefe de Gobierno se sigue debilitando, podría intentarlo.

La lista claro, no termina ahí: los radicales anotaron también a Alfredo Cornejo. Ex gobernador de Mendoza con buena gestión, presidente del partido a nivel nacional, dejó en su provincia una sucesión eficiente y leal. Enfrentó, durante el propio gobierno de Macri justamente al ex presidente en cada política con la que no estuvo de acuerdo, y desde hace tiempo es protagonista. Su figura no es de las más aceptadas por electorado fuera de Mendoza, pero puede intentar crecer, apuesta, como Bullrich a la oposición fuerte, es un “halcón” que podría capturar mas adhesiones a medida que la grieta se ensancha.

A todas estas internas por la sucesión de Macri, se suman otras, que buscan copar espacios diferentes, pero que, de acuerdo a como resulten, pueden otorgarle ventajas a uno u otro candidato. Por solo dar un ejemplo, hay que observar el conflicto que genera la presencia de la línea interna de Emilio Monzo en Provincia de Buenos Aires.

El ex presidente de la Cámara de Diputados quiere disputar primarias para las próximas legislativas, con lista de candidatos a diputados propia contra el oficialismo partidario. Ya salieron voces, como es típico del PRO, a intentar proscribirlo, como Jorge Macri, intendente de Vicente López que manifestó que el hombre de Carlos Tejedor debería ir por afuera de Juntos por el Cambio.

Si Monzo consigue que la Justicia le permita competir, e incluso sin ganar la elección interna, obtiene suficientes votos para ingresar en un buen lugar de la lista del espacio para la elección general, cobra una importante fuerza política y condiciona el futuro en el distrito clave para una presidencial. No es un disparate que ocurra, y, si bien en política los amores y odios se alternan sin disciplina, Monzo y Vidal no van uno con otro, Monzo y Bullrich tienen discursos muy distintos, Monzo viene del peronismo y no esta tan cerca de Lousteau y Cornejo, Monzo y Larreta andaban bien, pero quien sabe.

El tiempo claro, las estrategias y los cisnes negros como la pandemia que alteró todo, los realineamientos, la capacidad de adaptarse a la coyuntura, y obviamente los resultados de la elección de este año, podrán ir aclarando el panorama, lo único evidente, por ahora, es que el hueco que obviamente ya dejó Macri, no tiene dueño.