La historia siempre es mas compleja de los que parece a primera vista, y cuando los que la cuentan y la juzgan, son los que la protagonizaron, el análisis es sesgado. La situación para el 20 de diciembre de 2001 fue fruto de una gran cantidad de componentes, que deben analizarse con cierto detenimiento.

1. La Convertibilidad estaba agotada. La receta que utilizó Domingo Cavallo para detener la hiper inflación de 1989 y 1990, se había extendido más de lo que el propio economista recomendaba y ya había generado olas de desocupación y pobreza. Cuando Carlos Menem fue reelecto, en 1995, el propio Cavallo insisitió en un camino de salida de la política de Convertibilidad. El entonces presidente, no quiso cambiar una receta que juzgaba exitosa, y lo despidió. La llegada de Roque Fernández al Ministerio de Economía tuvo un solo fin: que nada se toque, que la Convertibilidad siga.

En las elecciones de 1999, la Alianza, con Fernando De la Rúa y Carlos "Chacho" Alvarez, como candidatos a presidente y vice, ganaron la elección prometiendo mantener la Convertibilidad. Y cuando De la Rúa trató de salir de su crisis, llamando otra vez a Cavallo, el cordobés insistió en la salida de dicho sistema: propuso una "canasta de monedas".

Un peso, sería igual a un promedio entre el valor del dólar, del euro (en en ese momento valía 0,80 centavos de la moneda norteamericana) y el real, la moneda brasileña. Una devaluación controlada, para recuperar competitividad, especialmente dentro del Mercosur, reactivar un poco la industria y recuperar empleo.

De la Rúa le contestó a Cavallo con una encuesta: el 86% de la gente no quería salir de la Convertibilidad y el presidente estaba débil para llevarle la contra al electorado. La sociedad solo aceptó la devaluación, mucho mas brutal, asimétrica, que se produjo unos pocos meses después, tras la tremenda crisis financiera que desembarcó en el corralito y luego, con Eduardo Duhalde, en el corralón.

2. De la Rúa estaba totalmente debilitado y había sido objeto de un proceso calculado de erosión de imagen y poder. El presidente de la Alianza había perdido a  su vice después de la crisis de los supuestos sobornos en el Senado, por la ley de reforma laboral. Al margen de aquella crisis, era un presidente sin vice. En ocutbre de 2001, perdió las elecciones de medio término y ocurrió algo poco común.

Lo que el oficialismo actual juzgaba en la campaña reciente como un "golpe blando" de haber ocurrido, que implicaba que la oposición le quitara la presidencia de diputados si ganaba mas contundentemente las elecciones de noviembre, pasó en 2001.

El peronismo, contando con los números en las dos Cámaras, le quitó al oficialismo la presidencia provisional del Senado, que asumió el misionero Ramón Puerta, y colocó la primera opción en la sucesión presidencial: sin De la Rúa el presidente era Puerta. Y por las dudas, también le quitó la presidencia en diputados: detrás de Puerta venía Eduardo Camaño. Todo preparadito, por las dudas.

Por otro lado, la imagen del presidente se deterioraba, por su propio mérito, es cierto, y por mérito ajeno también. Fueron impactantes las imágenes del programa de Marcelo Tinelli al que asistió el presidente, cuando la seguridad propia y del canal, permitió el ingreso de un militante de izquierda que lo zamarreó en cámara y lo agredió. Minutos después, De la Rúa quiso salir del estudio y se confundió el camino. Ninguno de nosotros sabe por donde salir de un estudio de TV si no nos guían y menos después de ser casi "fajado" por una persona anónima, en cámara.

El presidente no parecía brillante, quizás no estaba a la altura de las circunstancias, se lo notaba timorato e irresoluto, pero esa imagen además, se trabajó, y la preparación de la sucesión, se puso en marcha con los cambios en las Cámaras del Congreso.

3. El corralito. La medida tomada para proteger el sistema financiero de un colapso, fue asumida por los ciudadanos como un "robo" de sus ahorros. El sistema que propuso Cavallo, implicaba que solamente se podía sacar de las cuentas bancarias, un monto máximo por semana. Ese monto, traducido a valores de hoy, era como de 50 mil pesos, unos 200 mil pesos por mes. En estos días serían muy pocos los que contarían con semejante cifra como para extraer líquido de un Banco.

Pero además, el corralito permitía pagar la cifra que se quisiese, con trajeta de débito. Y también permitía las transferencias interbancarias, es decir, si usted quería comprar un inmueble, por ejemplo, podría transferir el dinero al vendedor, sin restricciones.

Eran otros tiempos, eso enardeció a los ahorristas, las tarjetas de débito y las transferencias no eran cosas cotidianas. Solo unos días depués, cacerolazos de por medio, luego la revuelta del 20 de diciembre y, asumido ya Duhalde, llegó el corralón. ¿Diferencias?. Nada se podía sacar ni por semana ni por mes. El dinero no se podía tranferir, ni se podía pagar con débito. Por un tiempo y hasta que empezaron los fallos judiciales, la plata no estuvo más. Las consecuencias de las cacerolas, fueron peores que antes de tales cacerolas.

4. El desfinanciamiento externo. Además de las condiciones internacionales totalmente desvarobles del gobierno de De la Rúa (el precio de los commodities fue el mas bajo del siglo), el FMI tenía acordado un préstamo a la Argentina que nunca llegó. El organismo internacional estaba listo a desembolsar, pero la derrota electoral y la situación de inestabilidad política hicieron que los fondos acordados nunca llegaran, por el temor del Fondo a que, si caía De la Rúa, nadie reconociese la deuda.

Razón no les faltaba: Adolfo Rodríguez Saa, pocos días después, cuando reemplazó al radical brevemente, consagró el default en el Congreso entre aplausos y vítores de los legisladores, felices por la medida.

5.Saqueos. La violencia se apoderó de la Argentina, especialmente del conurbano. Espontánea en muchos casos es cierto, con la gente procurándose alimentos por la fuerza en supermercados, de grandes cadenas y de barrio, como el chino que lloraba mientras en las imágenes de fondo, se veía gente saqueando su comercio e incluso, llevándose su arbolito de Navidad.

Pero también inducidos. Ya no se las ve, mejor olvidar ciertas cosas, pero hay imágenes de intendentes guiando las hordas saqueadoras. Había usinas de rumores que hablaban de saqueos que nunca ocurrieron y generaban pánico.

Se saqueron comercios que no tenían relación con los alimentos, se llevaban televisores por ejemplo y otros enseres suntuosos. Las fuerzas de seguridad dejaban hacer, se mantenían impávidas.

6. La violencia del 20 de diciembre. El 19 de diciembre a la noche, cientos de miles de personas se movilizaron golpeando las cacerolas desde sus hogares y colmaron la Plaza de Mayo. Estaban indignadas ante un gobierno errático y que había "confiscado" decían, sus ahorros. A la noche, el presidente "entregó la cabeza de Cavallo" y anunció que había dejado su cargo. La gente volvió a su casa, medianamente conforme.

Lo del 20 fue otra cosa. Grupos sin indentificación, atacaron los edificios públicos, entre ellos la Casa de Gobierno, con piedras y palos. La policía actuó torpemente y reprimió de modo innecesario, violenta y a la vez, torpemente. Los manifestantes no tenían el cariz de los de la noche anterior. Trabajaban organizadamente, con handies y motos que articulaban a las columnas de manifestantes. No hay forma de suponer que eso fue espontáneo. Fue el golpe de gracia al gobierno.

7. Que se vayan todos. El grito de la sociedad indignada por esos días, era "que se vayan todos, que no quede ni uno solo", pero en definitiva, el que se fue, fue De la Rúa. La consigna fracasó. Asustó es cierto, porque quienes habían preparado la crisis quedaron envueltos en la proclama, pero resistieron el empellón y se quedaron. De hecho, el primero en tomar el poder, el mencionado Rodríguez Saa, gobernaba una provincia, San Luis, desde 1983, todo indica que era uno que formaba parte del todos, que debían irse.

Quien lo continuó fue Duhalde: vicepresidente de Menem, gobernador de la Provincia de Buenos Aires por dos períodos, inmediatamente anteriores a la crisis. No solamente no se fue, sino que se quedó con todo. Los radicales que quedaban en el Congreso tampoco se fueron.

Conclusión

Quedan muchísimos factores para analizar, pero considerando que es una nota periodística y no un libro de historia, esto ya es demasiado largo. Es posible que la distancia histórica, cuando hayan pasado cien años de estos hechos y los que los cuenten ya no sean los propios protagonistas, haya una visión mas ajustada de los pornemores, motivaciones y consecuencias de ese 20 de diciembre de 2001.

Hoy, no es posible comprar mas de 200 dólares por mes. Quienes tienen la posibilidad de ahorrar unos pesitos, deben hacerlo en una moneda que se devalúa el 50% al año, es decir, pierden la mitad de su dinero al cabo de 12 meses. Es cierto, podemos la sacar la plata del banco, pero si pretendemos viajar al exterior o comprar un inmueble, no podemos adquirir los dólares para hacerlo.

Seguramente (no está en capacidades el suscripto de juzgarlo), debe ser la mejor medida o la única posible, para preservar el sistema financiero. Como tal vez lo haya sido el corralito en 2001, o no.

Pero hoy, con ese panorama, estamos todos bastante tranquilos, esperando la Navidad sin indeseables conductas revulsivas. Diferencias de apreciación de la realidad.