Una mujer, cualquier mujer, camina por Avenida del Libertador. Un hombre la arrincona contra la pared, la manosea, y escapa a la carrera. La mujer lo corre insultándolo, de pronto, impotente, se detiene y llora. Nadie se acerca ni participa de ninguna de las etapas del evento. ¿Que nos pasa, quienes somos, que somos?

Confieso que esta atrocidad me puso en conocimiento de que había una persona pública llamada Cande Molfese (soy bastante ignorante sobre temas del espectáculo, si me mencionan gente mas allá de Ricardo Darín), por lo que mi interés en el hecho no es por ella como artista o famosa, sino como persona y como mujer.

A las 11:30 horas de la mañana de un viernes sobre Avenida del Libertador, debía haber decenas de personas, hombres y mujeres. Es posible que por la inmediatez de los eventos, muchos no hayan presenciado la totalidad de los mismos. Quizas hubo quien observó el manoseo, quienes vieron a Cande corriendo al agresor o algunos que simplemente la vieron llorando. En todo caso, ¿que pasa que se observa una persona llorando desconsolada en plena calle y nadie se acerca a ver si necesita algo? ¿En que nos estamos conviertiendo?

La situación de violencia e inseguridad que vivimos hace comprensible que muchos prefieran no interceptar al agresor por temor y es válido, pero contener a la víctima no puede tener ninguna consecuencia para el transeúnte. ¿Ni eso?

Es evidente que frente a semejante circunstancia la víctima quede vulnerable, temerosa, desconcertada. ¿Como entender que ningún ser humano haya intentado consolar, acompañar, brindar un mínimo de seguridad una persona desvalida en esa circunstancia?

Hace un poco mas de un año, un hombre violó a una mujer en un subte en Filadelfia, Estados Unidos. El resto de los pasajeros filmó la escena sin intervenir. Las autoridades lo notaron al analizar las cámaras de seguridad y buscaron identificar a los pasajeros para hacerse de esas pruebas. ¿Le obsequiamos el mundo a los violentos? ¿Creamos un mundo en el que nos mostramos ajenos a lo que le ocurra a cualquier semejante? ¿Uno en el que nos llevamos un “recuerdo” de una violación para tener muchas reproducciones en las redes sociales?

Por supuesto y por fortuna para Cande, el hecho que la tuvo como protagonista fue mucho menos grave. Pero las mujeres están sometidas a estas barbaridades a diario. Y la sociedad tiene la obligación de poner coto a estas cosas, o al menos de mostrarle a la víctima que no está sola. Porque de otro modo, sepámoslo, estamos a un tris de entrar en un oscuro túnel del que no va a haber salida.

*Si sos víctima de violencia familiar o sexual, o sabés de alguien que lo sea, llamá a la línea 137. Es gratuita, nacional y brinda contención, asistencia y acompañamiento las 24 horas, los 365 días del año.