Nueve personas fueron detenidas en el partido bonaerense de Tres de Febrero acusadas de integrar una banda dedicada al robo y desguace de autos de media y alta gama para la posterior venta de autopartes. La organización delictiva aprovechaba todo el vehículo robado, ya que luego de tomar la partes útiles para la reventa, los delincuentes acumulaban los "esqueletos" a la vera del arroyo Morón, en la localidad de Pablo Podestá, desde donde luego los llevaban a chatarrerías para compactar y vender por peso el metal.

Las detenciones se concretaron durante las últimas horas, cuando efectivos de la Dirección Prevención de Delitos contra el Automotor de la Policía Bonaerense realizaron una serie de 14 allanamientos en asentamientos conocidos como Villa Escalada y Villa Esperanza, de Pablo Podestá. Entre las personas arrestadas se encontraba el sindicado líder de la banda, quien según pudieron averiguar los investigadores mantenía un control violento de la villa, aquellos que se dedicaban al robo de los autos y los que trabajaban en el desarmado.

En total fueron secuestrados 275 vehículos de mediana y alta gama con pedidos activos de secuestro, 455 autopartes listas para la reventa, una pistola calibre 9 milímetros, un revólver calibre .32 y municiones. De acuerdo con el relato de las fuentes, el modus operandi de la banda se iniciaba con el robo de los vehículos, que se llevaba a cabo en la zona noroeste del conurbano bonaerense. Luego los llevaban al desarmadero y con distintas herramientas obtenían las partes útiles para la reventa.

Los pesquisas descubrieron que una puerta, tapa de baúl o capot de Toyota Corolla o de Volkswagen Bora era revendida a 5.000 pesos; frenos, amortiguadores, tren delantero o piezas de motor a 3.000; el panel completo a 8.000, mientras que otro tipo de accesorios dependía de la negociación con el potencial comprador. Una vez que el auto quedaba totalmente desguazado, su "esqueleto" era abandonado al costado del arroyo Morón, desde donde otra parte de la organización, los chatarreros, los remolcaban en volquetes, los compactaban y los vendían por peso -unos 1.800 pesos por cuatro autos compactados-.