Se celebran este domingo, en Costa Rica y El Salvador, elecciones presidenciales en las que el común denominador es la dificultad para predecir claros ganadores; en ambos países los sondeos indican que la jefatura de Estado se definirá en segunda vuelta. En los dos países las demandas ciudadanas se centran en aplacar la corrupción y mejorar la economía.

Sin embargo, allí se detienen las semejanzas. Los comicios en Costa Rica se celebrarán en un clima de paz, mientras que en El Salvador la violencia es una de las mayores preocupaciones de los votantes.

Barrios y ciudades costarricenses lucen serenos a la espera de los comicios para relevar a la presidenta Laura Chinchilla, en un escenario incierto con dos candidatos que se imponen en los sondeos: Johnny Araya, de 56 años, candidato del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN, derecha), y el diputado y ecologista José María Villalta, de 36 años, aspirante del Frente Amplio (FA, izquierda).

Pero, según las encuestas, ninguno de los 13 candidatos conseguiría el 40% requerido para ganar la presidencia sin ballottage.

"Es casi imposible que [el 6 de abril] no haya segunda vuelta", dijo el analista político Víctor Ramírez, al referirse a lo atomizado de las preferencias y a cerca del 30% de indecisos que señalan los sondeos.

Reconocida por su estabilidad democrática y social, Costa Rica creció con desigualdad durante 2013, y vio aumentar estos años el descontento popular tanto "con la política como con la economía", explicó el analista Constantino Urcuyo.

Villalta se dio a conocer por sus luchas contra la corrupción y el tratado de libre comercio con Estados Unidos; creció en las encuestas encarnando "un voto de protesta", dijo el analista Jaime Ordóñez.

Por su parte, los salvadoreños agobiados por la violencia y la merma económica acudirán a las urnas, bajo fuertes medidas de seguridad, para decidir entre la continuidad de un gobierno de izquierda o el retorno de la derecha.

El candidato del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, ex guerrilla de izquierda), Salvador Sánchez Cerén, busca mantener al oficialismo en el poder con promesas de programas sociales. Mientras que la plataforma de Norman Quijano, de 67 años, para disputar el gobierno es enfrentar con firmeza a las pandillas.

Desde hace años, la emergencia principal del país es la violencia. En promedio, mueren diariamente entre siete y nueve personas por homicidios o ataques.

Sondeos divulgados antes de los comicios daban una ventaja a Cerén sobre Quijano. Pero como ninguno cuenta con un apoyo mayoritario, es esperable una segunda vuelta.