Con gol de Messi a los 46 del segundo tiempo, Argentina le ganó 1 a 0 a Irán por la segunda fecha del Grupo F de la Copa del Mundo. El equipo jugó mal pero consiguió el pasaje a octavos.

Argentina sufrió hasta el final para quebrar la resistencia de Irán, que incluso hizo méritos para ganar el partido y convirtió a Sergio Romero en la figura del seleccionado.

Como si fuera una mala copia del debut ante Bosnia, la labor de la Argentina frente a los iraníes se destacó por la falta de ideas.

Hubo carencia para crear jugadas colectivas y una llamativa dependencia de lo que pueda hacer la Pulga, que frotó la lámpara en el último minuto. Más allá de eso, su trabajo fue apenas discreto.

Sin embargo, la gran figura fue Sergio Romero. El arquero albiceleste fue el gran responsable de sostener el cero en su propio arco, ante al menos cuatro situaciones claras de los iraníes, que con el correr de los minutos se fueron animando, y no hubiera sido descabellado que ganasen el encuentro.

El equipo argentino fue lento, no tuvo conexión entre sus figuras, y dio muchos síntomas de no estar bien. Le faltó intensidad. Y también actitud.

Irán se defendió con orden, uñás y dientes.  Con los once jugadores en su campo. Pero estuvo cerca de ganarlo. Chiquito Romero tuvo dos grandes atajadas, y el árbitro no cobró un claro penal de Zabaleta.

Cuando los 40 mil argentinos se sentían totalmente defraudados por la actuación, y por el resultado, apareció Messi para desatar el festejo. Pero jugando así, Argentina no es candidata a llegar lejos.

En el minuto 90, Messi clavó un roscaso de zurda que dejó sin chances al arquero iraní. Fue un gol para salvar la ropa, pero el concepto no cambia: Argentina jugó mal, decididamente mal. Y tendrá que mejorar mucho si quiere tener aspiraciones serias en el Mundial.

Ya son dos las presentaciones de la Argentina en este Mundial, y en ambas quedó en deuda. De todas formas, las dos victorias ilusionan.