Daniel Scioli cayó en la emboscada que le tendió la presidenta de la Nación.

El gobernador fue confiado, con la guardia baja al acto y recibió varios cachetazos políticamente muy duros. Se trata de la continuidad, a paso redoblado y tambor batiente del operativo para destituir a Scioli. Parece mentira que estemos hablando tan campantes de algo tan grave desde el punto de vista institucional pero es lo que está pasando. La presidenta en su rencor y fanatismo no tiene límites.

Tiene el coraje y la irresponsabilidad de embestir contra quien hace muy poco fue reelecto con mas de cuatro millones y medio de votos. Se equivocan los que creen que se trata de un enojo circunstancial, una bronca de Cristina que ya se le va a pasar. Incluso, algunos ilusos, creen que esto es en represalia porque Scioli confesó tímidamente sus deseos de presentarse como candidato a presidente en el 2015, “siempre y cuando” Cristina no lo hiciera.


No es cierto que ese prematuro anuncio haya desatado esta tormenta perfecta sobre la cabeza del gobernador. Esto viene de mucho antes. Fue y es rigurosamente planificado.

Por algo la presidenta obligó a Scioli a llevar a Gabriel Mariotto como compañero de fórmula. Necesitaba un comisario político que lo vigilara de cerca, que le respirara la nuca y que ante el menor tropezón, estuviera listo para ponerse al frente de la provincia. Por algo la presidenta eligió personalmente los diputados y senadores de Buenos Aires. Para que la legislatura respondiera directamente a la Casa Rosada como está ocurriendo ahora. Pero podemos ir más atrás.


El matrimonio Kirchner utilizó siempre a Daniel Scioli. Nunca lo quisieron. Lo soportaron y lo usaron solo por necesidad que como sabe tiene la cara de hereje. Es que siempre las encuestas lo mostraron con alto nivel de imagen positiva y de intención de votos. Scioli al principio le dio a Néstor la popularidad que el no tenía. Era la cara peronista mas conocida por los ciudadanos comunes. Y siempre tuvo un bajísimo nivel de rechazo porque es alguien que, por naturaleza, dialoga con todo el mundo y no confronta con nadie. Tanto Néstor como Cristina siempre despreciaron a Scioli.

Pero como no comen vidrio y son astutos, apelaron a él por conveniencia en varias ocasiones claves. Para llevarlo como vicepresidente en la fórmula. Para obligarlo a ser gobernador cuando el ya tenía todo listo para presentarse a ser candidato a jefe de gobierno de la ciudad. Para integrar ese mamarracho que fueron las listas testimoniales y para presidir el Partido Justicialista y ponerle un candado con siete llaves.

Todos los funcionarios que acompañaron en estos años a Néstor y Cristina saben que ellos estaban convencidos de que Scioli era un pobre muchacho sin ideología, un invento de Carlos Menem que le cae simpático a la gente pero que no tiene la historia setentista y combativa que los Kirchner se autoadjudican y que encima, el gobernador es el candidato de las corporaciones y los medios hegemónicos.

Eso piensa Cristina ahora y eso pensó siempre. Solo que no le convenía decirlo porque lo necesitaban como socio del modelo. Pero hoy lo han convertido en el enemigo principal. Es peor que Clarín y que Moyano porque es el único que puede ser presidente además de Cristina. Y lo detestan porque no pueden entender como alguien que ama a Pimpinella y no sabe quien es Quilapayun, tenga mayor intención de voto e imagen positiva que la presidenta que se ve a si misma como una mezcla mejorada de Eva Perón y La Pasionaria.
Néstor lo castigó duro al poco tiempo de gobernar.

Para que aprenda, decía. Le vaciaron de dirigentes la Secretaría de Turismo, que fue el único lugar donde le había dejado mojar el pancito a Scioli. Después, fue Ella, la que lo retó públicamente en el Senado de la Nación. Algo parecido a lo que hizo ayer. Lo acusó de hacer operaciones de prensa. Mas adelante, otra vez Néstor, desde las tribunas le reclamó a los gritos a Scioli para que dijera quien le estaba atando las manos a la hora de combatir la inseguridad. Y finalmente Cristina que planificó y conduce un plan riguroso para cortarle la cabeza a Daniel Scioli.

¿Qué pretende la presidenta poniendo en riesgo de estallido a la provincia de Buenos Aires, tan cerca de la Plaza de Mayo? Muy simple. Todo se solucionaría como por arte de magia si Daniel Scioli anuncia que renuncia a su sueño de ser presidente. Es lo único que calmaría el odio de Cristina.

Es lo único que frenaría la jauría K que se lanzó sobre la yugular del gobernador.¿ Se bajará de esa candidatura o la mantendrá con firmeza? Falta poco para que veamos al verdadero Daniel Scioli. La pelota de la historia está picando frente al arco. ¿La pateará afuera o convertirá un golazo?

Veremos: el partido recién comienza.