Leonardo Sarmiento, el joven que fue la imagen de la tragedia de Once y tapa de muchos diarios del día después, se casó ayer en el Registro Civil de la calle Uruguay con Mónica Chegoriansky, su novia desde hace sólo tres meses y medio. Lo hizo rodeado por familiares y personas que conoció después del horror y que se acercaron para darles ayuda. Conmovido, apoyado en un par de muletas y en plena rehabilitación, Leonardo besó a su esposa fuera del protocolo.

“Nos conocimos dos semanas antes del accidente y un día antes le propuse casamiento”, relató por Continental.

El 22 de febrero último, Leonardo había tomado el tren Sarmiento en la estación Ramos Mejía. Iba a Once a trabajar como electricista. Había hablado por última vez con Mónica en Caballito y minutos después le llegó el horror: ese que dejó 51 muertos y 700 heridos, y que a él le provocó fractura de pelvis, atrofia muscular en las piernas, un daño en la oreja derecha y fallas renales.

Estuvo en terapia intensiva, pasó por el quirófano varias veces y aún sufre las secuelas de problemas neurológicos. Recién recibió el alta los primeros días de mayo y todavía está en rehabilitación. Ahora, espera volver al quirófano para que otra vez lo operen de las rodillas.

Ayer, Leonardo, de 30, y Mónica, de 32, se casaron para cumplir esa promesa anterior al desastre y gracias a la ayuda solidaria que encabezó Anamá Ferreira. La modelo conoció a la pareja por televisión: cuando Telefé fue hasta la casa de la tía de Leonardo en Palomar, donde la pareja está viviendo desde el accidente, y el pedido desgarrador de los dos conmovió tanto a la ex modelo que enseguida decidió ayudarlos.

“Armamos una cadena de favores, conseguimos que la sastrería González les regalara el traje, que la diseñadora Estela Vázquez le diera un vestido divino y que Juan Carlos López y Alberto Sanders se encargaran del maquillaje y el peinado. Fue todo muy rápido, en una semana armamos todo”, contó Anamá, todavía sorprendida por el gesto que creció hasta sumar ayudas impensadas.

“Los dos están sin trabajo y eso a mí me dio una tristeza infinita. Por eso terminé siendo su wedding planner, para darles un poco de alegría ”, explicó.
La dirección del Registro también fue clave en la boda: ellos ayudaron con los trámites y, sobre todo, resolvieron los apuros de la pareja. En el Santojanni, donde le salvaron la vida a Leonardo, los asistieron con los exámenes prenupciales.

Ayer sólo faltó Kalanit, de 6 años, la hija mayor de Mónica, que vive con su abuela. Pero sí estuvo Abigail, de 4, hija de otra pareja.