En mayo de este año, la psicóloga especialista en sexualidad Laurie Mintz, publicó en su Twitter (@DrLaurieMintz) algunos de los hallazgos del estudio Orgasm Equality: Scientific Findings and Societal Implications, del cual participó en enero del año pasado.

Su publicación destacaba lo siguiente: “El 95% de las mujeres alcanza el orgasmo a través de la masturbación. En encuentros sexuales primerizos con otras mujeres, un 64% de ellas llega al orgasmo. En encuentros sexuales primerizos con hombres, en cambio, llegan al clímax solo un 7% de las veces. Esto nos dice que el problema no está en la supuesta dificultad de las mujeres para alcanzar el orgasmo, sino que en las pautas culturales que establecen que la penetración es el evento principal del sexo heterosexual”, explica un artículo de latercera.com.

Y es que el estudio citado por la especialista es uno de los tantos que refuerza la idea de que el imaginario que existe en torno a la sexualidad, uno que determina que le corresponde exclusivamente a ciertas personas y cuerpos, y que ha sido construido –y fomentado– mediante la inexistencia casi absoluta de una educación sexual integral, la institucionalidad pública y privada y a través de distintos productos de consumo cultural, tales como las películas, series y la pornografía mainstream, está directamente relacionado a la brecha orgásmica entre hombres y mujeres.

Porque en ese imaginario social, como explica Mintz, se sigue priorizando el sexo coital pene-vaginal por sobre otras actividades sexuales mayormente centradas en el clítoris, aun cuando las cifras son enfáticas; cuando las mujeres están solas, menos del 1% se complace exclusivamente con la penetración. La mayoría estimula su clítoris, y a modo de complemento, recurren a la penetración, explica La Tercera.

En ese sentido, la penetración –o el sexo exclusivamente coital–, contrario a lo que estamos acostumbrados a ver, no es el principal facilitador del placer. ¿Por qué entonces, seguimos pensando que el orgasmo alcanzado exclusivamente a través de la penetración es más válido que otros? ¿O que el orgasmo en la penetración es el fin último? ¿Por qué sigue teniendo tanta relevancia si se trata de una manera, entre otras, de alcanzar el placer?, se pregunta la publicación.