Poblada sólo a partir de 1250 por sus primeros moradores, los polinesios que desarrollaron allí la cultura maorí, Nueva Zelanda vivió durante siglos un idilio con el Océano Pacífico, sin ser partícipe de las mundanas luchas de poder de los grandes imperios del pasado, escondida con gusto y ofreciendo un privilegiado ecosistema para las especies más exóticas de animales y plantas. El Reino Unido había convertido Australia en colonia penal en 1788 y en 1840 hizo suya Nueva Zelanda. Poco después (en 1869), el almirante, explorador, escritor y oficial de la Marina Real Británica Albert Hastings Markham (1841-1918) dio forma a la bandera que tantos quebraderos de cabeza da a los neozelandeses ahora.

Casi idéntica a la australiana, la bandera kiwi tiene la Union Jack en el extremo superior izquierdo y en la extensión azul restante, cuatro estrellas que representan la constelación de la Cruz del Sur, común en banderas de países del hemisferio sur (Brasil, Samoa, Papúa Nueva Guinea, Australia…). Desde 1973, los neozelandeses debaten si cambiarla o no. Entre los argumentos pesa el extremo parecido con la australiana, pero también molesta que, como nación soberana, contenga la bandera del Reino Unido. Como colofón para la incomodidad que genera el pasado colonialista, el diseño actual no tiene nada que ver con la población maorí y reabre heridas sobre los abusos de los británicos sobre los habitantes autóctonos.

En 2014, el Primer Ministro neozelandés John Key anunció su intención de convocar un referendum para cambiar la bandera y en mayo de este año el proceso se ha hecho realidad: una comisión gubernamental de 12 personas convocó a los kiwis en un concurso para reemplazarla y ha recibido 10.292 propuestas. Los diseños presentan abundancia de hojas de helecho —la planta nacional— y detalles de sus volutas (que los maoríes llaman koru), reinterpretaciones de la Cruz del Sur y colores sobrios y planos genuinamente oficialistas.

Tras un minucioso estudio, han confeccionado una lista oficial con 40 y a mediados de septiembre se reducirá a sólo cuatro propuestas finalistas, que se votarán en un referendum vinculante. “Concretando la larga lista, invitamos a expertos en vexilología (el estudio de las banderas), arte y diseño para repasar la selección, para asegurar que los diseños funcionan y no hay impedimentos conocidos”, dice el tribunal, que anima a los neozelandeses a registrarse para participar en un “proceso de importancia nacional”. Una vez escogido, los votantes elegirán en marzo de 2016 entre la bandera ganadora y la actual.