El domingo pasado, tras recorrer con su mountain bike los 80 kilómetros del Tupungato Challenge al sur de Mendoza, Franco Giuliani cruzó la línea de llegada con los brazos en alto y se bajó de la bicicleta para dejarse fotografiar. Estaba sacándose el casco cuando se desplomó frente a sus familiares, que lo trasladaron de urgencia al Hospital de Las Heras. Los esfuerzos por salvarlo fueron en vano; se cree que el joven, que tenía 16 años y era un gran deportista, ya se encontraba muerto al llegar.

La muerte de Giuliani, junto a la del campeón de natación noruego Alexander Dale -que falleció el lunes luego de un entrenamiento con el equipo olímpico de su país- y la del futbolista italiano Piermario Morosini -muerto a mediados de abril en pleno partido entre Livorno y Pescara- volvieron a poner el foco sobre un fenómeno que parece alzarse de pronto como una oscura amenaza sobre el mundo del deporte de alto rendimiento: el de la muerte súbita.

La inquietud generada por los tres episodios resulta aún mayor en la medida en que involucran en todos los casos a personas jóvenes (Dale tenía 26 años; Morosini, 25), con estilos de vida en apariencia muy saludables y bajo el control de médicos; todo lo cual refuerza la idea de la muerte súbita como un desenlace inevitable producto de un enorme esfuerzo.

"Se tiende a pensar que la muerte súbita se da con mayor frecuencia entre los deportistas profesionales que en el resto de la gente porque sus casos trascienden más, pero en realidad es al revés. Mientras la prevalencia entre los primeros es de un caso cada 600 mil, en la población general es de uno en 400 mil; es decir, un tercio mayor", explicó por Continental el médico deportólogo Alberto Ricart, director del Instituto Cesalp.

"Por otra parte, tampoco el riesgo de sufrir una muerte súbita es proporcional al esfuerzo físico que se hace: se puede morir tanto el amateur como el profesional, porque de hecho la principal causa de muerte súbita entre las personas jóvenes son los miocardiopatías congénitas no detectadas, fallas en el corazón con las que uno nace y que pueden pasar desapercibidas durante años", precisó en Magdalena Tempranísimo.

De ahí que muchos médicos aseguran que la muerte súbita en el deporte no es un accidente sino un desenlace evitable. "Con los controles clínicos adecuados se puede detectar el 98 por ciento de las cardiopatías congénitas que derivan en muertes súbitas", asegura el doctor Ricart, resaltando la importancia de que las personas que realizan actividad física se sometan a controles médicos de aptitud.

Si bien los estudios necesarios para descartar una cardiopatía "quedarán a criterio del médico según cada caso, existe cierto consenso en que conviene realizarse electrocardiogramas durante la prepubertad, la pubertad y alrededor de los treinta y cinco años. Con eso sólo es posible detectar un alto porcentaje de las patologías congénitas que causan muerte súbita", dice Ricart, quien supone que el deceso del joven mendocino tal vez encuadre en ese pequeño porcentaje de casos que escapan a las pesquisas médicas.