Esta es la historia de uno de los próceres más queridos de nuestro país, una historia que hemos estudiado en la escuela, una historia que hemos visto en películas, una historia de la que creemos saber casi todo.

Pero la vamos a contar de una manera diferente. De atrás hacia adelante.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano murió en la ciudad de Buenos Aires, el 20 de junio de 1820, a los 50 años, producto de los padecimientos por su hidropesía, en la más absoluta pobreza, en plena anarquía del año 20, en el famoso día de los tres gobernadores.

Horas antes, en su lecho de muerte, fue examinado por el médico escocés Joseph Readhead. Como Belgrano no tenía dinero para abonarle la consulta, quiso darle un reloj como forma de pago, el médico no lo aceptó diciéndole que no le iba a cobrar, pero Don Manuel lo llamó, tomó su mano y le dio el reloj. Un reloj de bolsillo con cadena de oro que le había regalado el rey Jorge III de Inglaterra.

Belgrano murió y casi nadie se enteró. Sólo un periódico incluyó la noticia en su edición del 21 de junio.

Cuatro años antes de su muerte había participado muy activamente del Congreso de Tucumán, que el 9 de julio de 1816 declaró la Independencia de nuestra patria.

Manuel Belgrano fue abogado, economista, periodista, diplomático y también militar.

Y aunque no había nacido para eso, pudo también deslumbrar en esas lides. Su trayectoria queda oscurecida por las famosas batallas donde perdió: Vilcapugio en octubre de 1813 y Ayohuma en noviembre. Pero antes había obtenido grandes victorias en Salta y Tucumán.

Por esos logros, el Triunvirato le entregó 40 mil pesos oro, una fortuna que donó íntegramente para la realización de escuelas en Jujuy, escuelas que nunca se construyeron. No sólo donó esa millonada que lo hubiera salvado de la miseria, sino que se tomó el tiempo de escribir los reglamentos para esas escuelas y organizar el programa de estudios.

¿Cómo se había metido en esto de las batallas?

La historia comenzó luego de la Revolución de Mayo. El ejército patrio tuvo que ir desplazando hacia el norte a las tropas realistas y como la cosa no funcionaba bien, lo convocaron a Belgrano para una Expedición al Paraguay. En camino hacia el norte, el 27 de febrero de 1812, a orillas del Río Paraná creó la Bandera. Le dio los colores del cielo y los de la escarapela que también había sido creación suya.

Aunque parezca mentira, Belgrano recibió un reto y varias amenazas por haber creado la bandera. El gobierno del Triunvirato estaba muy cercano a Inglaterra y no estaba bien visto que se hablara tan abiertamente de libertad e independencia.

En esa campaña del Norte fue el ideólogo de un famoso capítulo de nuestra historia.

Manuel Belgrano, el creador de nuestros colores santos

El éxodo jujeño

El 23 de agosto de 1812 el ejército patriota a las órdenes del general Manuel Belgrano comenzó el heroico éxodo del pueblo jujeño en dirección a Tucumán. Ante la inminencia del avance de un poderoso ejército español desde el norte, Belgrano dispuso la retirada general. La orden era contundente. Había que dejarles a los godos la tierra arrasada: ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles.

Y así fue.

Su primer contacto con la milicia se había producido mucho tiempo atrás, cuando participó activamente de la defensa patria en medio de las Invasiones Inglesas de 1806.

Estuvo en todas.

Manuel Belgrano fue un ser notable, el primero en muchas cosas.

El primero en pensar en una patria con ideas revolucionarias, el primero en hablar de género, en referirse a la igualdad de la mujer y el hombre.

En un artículo suyo de 1800, habló de la China y señaló que era una futura potencia mundial.

Se preocupó en elaborar teorías sobre el cuidado del medio ambiente y la rotación de los cultivos.

Tuvo un proyecto de educación pública, que años después fue exitosamente utilizado.

También fue diplomático

Gervasio Posadas, director supremo, lo mandó a Europa para que tratara de negociar el reconocimiento de la independencia con las potencias del viejo continente. No tuvo mucha suerte.

Porque digamos que Belgrano participó de manera extraordinaria de los días de nuestro mayo más famoso, el de 1810.

Manuel tuvo un rol protagónico en esa gesta y fue vocal de la Primera Junta.

La semana de mayo

Ante la caída de la Junta de Sevilla, el virrey Cisneros trató de reafirmar su poder en nombre del rey Fernando VII con una proclama.

Un grupo revolucionario integrado por Belgrano, Castelli, Paso, Beruti, Díaz Vélez, entre otros, se reunía en la casa de Rodríguez Peña o en la jabonería de Vieytez.

El sábado 19, Belgrano y Cornelio Saavedra se reunieron con el alcalde y el síndico pidiendo permiso para hacer un cabildo abierto.

El 21, se repartieron 450 invitaciones para el acontecimiento y el 22 se hizo. Hubo dos posturas enfrentadas: mantener el estado de las cosas con Cisneros en el poder o imponer una Junta de Gobierno en su reemplazo.

A altas horas se llegó a un acuerdo y el miércoles 23 se comunicó que el virrey debía entregar su poder al Cabildo. Se conformó una Junta de Gobierno encabezada por el propio Cisneros y con presencia de los revolucionarios, pero eso no podía funcionar. Así que el viernes 25 de mayo se realizó un nuevo Cabildo Abierto y ahí sí, finalmente, se le quitó el poder al virrey español y asumió la Primera Junta, que estaba integrada por 9 miembros, uno de los cuales era Don Manuel Belgrano.

Esas ideas de libertad se le habían metido en la cabeza en Europa, cuando realizaba sus estudios que lo convirtieron en abogado.

Escribió: “Como en la época de 1789 me hallaba en España y la Revolución de Francia hiciese también la variación de ideas, particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuere donde fuese no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”.

Y siguiendo hacia atrás en esta revisión de la vida de Belgrano, llegamos a su etapa de estudiante. Se recibió de abogado luego de sus estudios en las Universidades de Salamanca y Valladolid. Allí en España fue muy estimada su inteligencia e incluso el Papa llegó a distinguirlo permitiéndole leer libros que no estaban permitidos para todos.

Manuel Belgrano, el creador de nuestros colores santos

Antes, había efectuado sus primeros estudios en el Colegio San Carlos de Buenos Aires.

Belgrano era un niño de familia rica. Su padre era un destacado comerciante de la época. Había nacido en Italia y se llamaba Doménico Belgrano Peri.

Manuel Belgrano nació en Buenos Aires, en la calle que hoy es avenida y lleva su apellido. Avenida Belgrano 430.

El día 3 de junio de 1770.

Y este principio es el final.

Su amistad con San Martín

Aunque no compartieron mucho tiempo juntos, la amistad entre los dos grandes próceres argentinos se dio de manera epistolar. Una amistad con distancia social.

Se admiraban mutuamente y tenían muy parecidos ideales.

Sus amores

Belgrano tuvo dos mujeres importantes en su vida.

María Josefa Ezcurra, con la que tuvo a un niño llamado Juan, pero que luego fue adoptado por el flamante matrimonio de la hermana de María Josefa, Encarnación, y Juan Manuel de Rosas. El niño se llamó Pedro Rosas y Belgrano. En 1837, Manuel le contó a su hijo la verdad que él ignoraba ya a sus 24 años.

El otro amor fue María Dolores Helguera, con la que tuvo a Manuela Mónica.

Nuestro Manuel Belgrano.

El que lo dio todo por los demás.

El que entró en la función pública rico y se fue pobre.

El que nos dio identidad, el que creó nuestros colores santos.