La llegada de los europeos a América tras el descubrimiento en 1492 marcó un hito en la historia mundial. La conquista europea transformó no sólo el estilo de vida de la humanidad, sino que también dejó un impacto ambiental significativo que ha sido objeto de estudio y reflexión.

Se estima que alrededor de 56 millones de indígenas perdieron la vida hasta 1600, tanto por la violencia como por epidemias como la gripe, la viruela y la peste bubónica. Estas enfermedades tenían una alta letalidad y llevaron a una reducción drástica de la población original, estimándose que hasta el 90% de los nativos podrían haber fallecido durante la conquista.

Este elevado índice de mortalidad tuvo consecuencias insospechadas en el medio ambiente. Se abandonaron unas 56 millones de hectáreas de tierra y las emisiones de dióxido de carbono se redujeron entre un 47% y un 67% en los primeros años de la conquista. Además, se estima que varias gigatoneladas de CO2 fueron eliminadas de la atmósfera debido a la disminución de la población en América.

Uno de los impactos más notables fue la reducción significativa de la temperatura global, lo que alteró el rumbo ambiental que había tomado el planeta antes del descubrimiento de América. Este cambio tuvo repercusiones en eventos posteriores, como la Revolución Industrial, mostrando la interconexión entre la historia y el medio ambiente.

En última instancia, la huella ambiental dejada por la conquista europea en América es un ejemplo elocuente de cómo los eventos históricos pueden tener un impacto duradero en el planeta. A pesar de las consecuencias trágicas para los pueblos originarios, la reducción de emisiones de CO2 y la modificación de la temperatura global son aspectos que han sido estudiados y que muestran la complejidad de las interacciones entre la historia y el medio ambiente.