"Comí muchas picadas para despedir el año", dijo el paciente Horacio Rodriguez Videla (42) para explicar el increíble caso. Su tortura comenzó en enero de este año, cuando se dirigió a un hospital de Corrientes -de donde es oriundo- porque presnetaba un cuadro de fiebre y no podía bajarla con nada. Le recetaron un medicamento porque creían que tenía un principio de neumonía, pero nada funcionaba.

 
Pasaron meses y varios exámenes, pero los médicos no podían dar con el origen de su "enfermedad". Incluso su estado de salud empeoraba. La temperatura corporal se mantenía alta, empezó a bajar de peso y hasta tosía con sangre. Los doctores, en medio de la incertidumbre, creyeron desde que podría tener tuberculosis hasta Sida.
 
Como última opción y decidido a saber qué mal lo quejaba, Horacio viajó a la Capital Federal y se atendió en el Hospital Fernández. Con uno 7 kilos menos, su temor ya era inocultable. Le hicieron un examen de sangre y hallaron una infección que venía desde el corazón. Dos meses más de medicamentos pero todo seguía igual.
 
A principios de este mes, después de que se limpiara la infección del corazón, los médicos pudieron ver que había un objeto extraño clavado y decidieron operar. “Cuando lo vi en la radiografía pensé que se trataba de un catéter que se había quedado ahí desde alguna otra intervención. Lo increíble fue cuando lo operamos. Primero sacamos toda la sangre del corazón y entonces se vio claro. Era un escarbadientes”, contó el jefe de cirugía cardiovascular del Hospital Fernández, Fernando Cichero.