Los científicos han determinado que se pueden mantener relaciones sexuales mientras dormimos y no acordarnos de nada al día siguiente. Quizá para algunos les suene a ciencia ficción, pero esto existe y se llama sexsomnia.

Es uno de los tantos trastornos del sueño como podrían ser el insomnio, el sonambulismo, la somniloquia (hablar en sueños), la somnolencia diurna o, en este caso, dentro de las conductas que interrumpen el sueño.

Curiosamente no pasa siempre y no le pasa a todas las personas, pues diversos estudios avalan que la sexsomnia se da más frecuentemente en hombres que en mujeres. Además, explican que existe un sesgo de edad igualmente claro, siendo más abundante en jóvenes que en personas adultas.

Bautizado también como comportamiento sexual sonámbulo, la sexsomnia aún no está claramente diferenciada, pues ciertos investigadores la califican como una parasomnia per se, mientras que otros la incluyen dentro del sonambulismo. Lo que sí ocurre, como sucede con los sonámbulos o las personas que hablan en sueños, es que los sexsomnes pueden mantener relaciones sexuales mientras duermen y al día siguiente no recordar nada de lo sucedido.

Qué es la sexsomnia y por qué sucede

La sexsomnia puede implicar masturbación, pero también buscar el coito con la pareja. Del mismo modo que las personas que hablan, caminan o se levantan de la cama mientras siguen dormidos, los sexsomnes pueden tener actividad sexual a pesar de permanecer completamente dormidos.

Entre los ejemplos de sexsomnia más frecuentes están la excitación sexual autónoma, como pueden ser las erecciones o la lubricación vaginal, además de la emisión nocturna —las llamadas poluciones— o incluso orgasmos del sueño.

No se trata por tanto de comportamientos conscientes ni tampoco son simples sueños, sino una cierta actividad sexual que realmente sucede sin que el sexsomne sepa qué está pasando. Diversas investigaciones apuntan como causas de la sexsomnia a ciertos factores que guardan relación con la higiene del sueño, aunque no exclusivamente.

Curiosamente, aunque los estudios tienen muestras bastante pequeñas, se percibe que la sexsomnia comparte espacio con otras parasomnias como los despertartes confusos, el sonambulismo o la somniloquia. Casos a los que se refieren en una investigación del Instituto Clínico de Neurociencias del Hospital Clínic de Barcelona, donde varios pacientes se masturbaban sin buscar la participación de la pareja o en el caso de intentar el coito de forma vigorosa y de forma verbal inapropiada.

De hecho, en la apreciación del sexsomne pueden confluir factores físicos, psicológicos y emocionales que acarreen esta práctica sexual furtiva y solitaria que es más notable durante la adolescencia. Diversos estudios apuntan a factores comunes en la aparición de parasomnias como la justificación de la sexsomnia, pues no deja de ser un tipo de éstas. Entre las menciones más habituales encontramos:

Falta de sueño y fatiga.
Ansiedad y estrés.
Consumo de alcohol o estupefacientes.
Abuso farmacológico.
Trastornos psicológicos.
Otros trastornos del sueño.

Acontecidas durante la fase del sueño no REM, en la que se incluyen el sonambulismo, los despertares confusos y los terrores nocturnos, la sexsomnia se produce en las primeras horas de la noche, durante uno de esos primeros cuatro ciclos, especialmente los de sueño más profundo.

Evidente patología del sueño, la aparición de la sexsomnia se puede dar por igual en personas solteras o personas en parejas, si bien es cierto que en las diferencias de género también se aprecian cambios. En el caso de los hombres suelen buscar el sexo en pareja, aún en sueños, mientras que la sexsomnia femenina tiene que ver más con la masturbación, según indica una publicación de Current Opinion in Pulmonary Medicine.

Más concretamente y en casos puntuales no extrapolables, se puede entender la aparición de la sexsomnia también como reacción a una represión sexual o, como apunta un ejemplo del Journal of Clinical Sleep Medicine, a un caso de un paciente bajo tratamiento psiquiátrico.

Sin poder ser extrapolable al resto de sexsomnes, es cierto que algunos de ellos pueden tener como origen ciertos sentimientos reprimidos como la culpa, la vergüenza o los remordimientos, estando la salud mental muy vinculada de forma directa con la aparición de esta parasomnia.

Esta teoría, sin embargo, no la avala el estudio del Instituto Clínico de Neurociencias, que en sus conclusiones aclara «no existir trastornos psiquiátricos ni antecedentes de traumas sexuales o alteraciones de la esfera sexual como las parafilias», una realidad en la que en su impresión clínica no había en sus pacientes «evaluaciones psiquiátricas ni neuropsicológicas específicas».