Fidel Castro admitió que él es el responsable último de la persecución que sufrieron personas homosexuales en Cuba a comienzos de la Revolución.

Durante una entrevista exclusiva concedida a una publicación mexicana y que duró, fiel al estilo del ex presidente antillano, nada menos que cinco horas, reconoció que el hecho, que llevó a la desesperación e incluso al suicidio a grandes escritores de su país, como Reinaldo Arena y Virgilio Piñera, ocurrió en momentos de "una gran injusticia" y reconoció que desde el poder él no le prestó "suficiente atención" a aquel hecho.

"Si alguien es responsable, ese soy yo", declaró Castro, quien reconoció que en este momento está "tratando de delimitar" su responsabilidad en aquellos hechos ya que, en lo personal, no tiene esos prejuicios que se le podrían atribuir por un hecho así.

Castro también recordó que los atentados que sufrió en los primeros compases de la Revolución le turbaron "tremendamente" y complicaron algunas de sus decisiones.

"La guerra contra los yanquis, el asunto de las armas y, casi simultáneamente a ellos, los atentados contra mi persona", afirmó.

"Escapar a la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), que compraba tantos traidores, a veces entre la misma gente de uno, no era cosa sencilla. Pero, en fin, si hay que asumir responsabilidad, asumo la mía. Yo no voy a echarle la culpa a otros", agregó.

Desde los años 90, la homosexualidad está despenalizada en Cuba, y desde 2008 es posible beneficiarse de operaciones gratuitas de cambio de sexo en la isla.

En relación con el bloqueo, que comenzó en 1962, Fidel Castro denunció que "está vigente hoy más que nunca", con el "agravante" de que "es ley constitucional en EE.UU. por el hecho de que la vota el presidente, el Senado" y "la Cámara de Representantes", y que ha impedido durante décadas la llegada de alimentos y medicinas.

Finalmente, el ex presidente también recordó que su país fue víctima de la "guerra bacteriológica" que permitió que a la isla llegara el dengue hemorrágico.

Según Castro, ese virus que costó la vida a 150 personas y que se cebó sobre todo en los niños, entró por Boyeros a comienzos de los años sesenta, de la mano de grupos contrarrevolucionarios afines a Luis Posada Carriles.