Como tantas otras especies animales, terminaron por desaparecer, aunque sus estrategias evolutivas les permitieron sobrevivir a la gran extinción que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años.

Los multituberculados, un orden de mamíferos emparentado con los roedores, desarrolló una serie de características que hizo posible que vivieran 32 millones de años más que los dinosaurios.

Estos pequeños animales lograron adaptarse al nuevo entorno gracias a los cambios que se produjeron en su dentadura y en el tamaño de su cuerpo.
Investigadores de la Universidad de Washington creen que estos mamíferos lograron sobrevivir, en parte, porque desarrollaron numerosas protuberancias o bultos en los dientes posteriores. La evolución de su dentadura les permitió ampliar su dieta y alimentarse de una mayor variedad de plantas. En concreto, podían comer angiospermas (plantas con flores), que eran muy abundantes en aquella época.

Los animales carnívoros, señalan los autores, tienen una dentadura relativamente simple. La comida se descompone con facilidad, por lo que no necesitan que sea muy sofisticada. Sin embargo, la de los herbívoros es más compleja, para permitirles triturar las plantas de las que se alimentan.
Los paleontólogos explican que hace 170 millones de años, los multituberculados tenían el tamaño de un ratón. Las plantas angiospermas comenzaron a aparecer hace 140 millones de años. A partir de entonces el cuerpo de estos mamíferos fue creciendo paulatinamente, hasta alcanzar el tamaño de un castor.

Cuando los dinosaurios se extinguieron, hace 66 millones de años, los multituberculados siguieron expandiéndose, logrando estar presentes en buena parte del Hemisferio Norte. Sin embargo, paulatinamente, otros mamíferos, sobre todo primates, roedores y ungulados (mamíferos placentarios) también fueron consiguiendo ventajas evolutivas y convirtiéndose en competencia para los multituberculados, pues se alimentaban de la misma comida. Finalmente, estos pequeños roedores acabaron por extinguirse hace unos 34 millones de años, según calculan los paleontólogos.